Estoy convencido: hace 54 años el mundo recibió una de las noticias más relevante del siglo pasado. Se llamó Please Please Me, y lo que menos interesa es que haya quienes creamos que ese disco no está dentro de los tres, ni siquiera los cinco mejores discos de Los Beatles, lo que importa es que esta es la primera producción de la mejor banda pop/rock de todos los tiempos y que puso a bailar a millones de jóvenes en el mundo que, con desparpajo y alegría contoneaban la cadera, se lanzaban a la aventura en chamarra negra y minifaldas y querían ocupar su propio espacio. Ese estallido juvenil fue la expresión vigorosa de que la Tierra no admitía reducir en polos el riesgo de la vida, bajo ningún pretexto y con ninguna ideología.
Aunque el disco comprende varios remakes (sobresale en mi opinión Twist and Shout por la energía de la voz y su ejecución) se trata de la primera vez en que una banda crea sus rolas y las canta, comandadas sobre todo por el dúo memorable pero al paso del tiempo también enriquecidas –y creo que más de lo que se le ha reconocido–por George Harrison. Según mi opinión, por eso vale el disco y no por canciones como la anodida She Loves You o Do You Want to know a Secret tan almibarada, y eso que estamos en 1963. Solo hay que remitirnos a Abeey Road para registrar que estábamos a años luz de la creatividad del grupo que, con realizaciones como ésta, tendría una formidable influencia en el rock y sus vertientes más diversas.
Desde luego hay que anotar I saw her standing there y Love me do, ambas interpretadas por Paul, (en la voz principal junto con Lennon y su armónica), pero por favor, no me digan que no les da ternura, de la buena sin duda, pero ternura al fin Ask me why y, sobre todo, Boys cantada por Ringo (quien desde ese momento se muestra como fue: el muchacho que se juntó con los mejores del salón de clase); lo mejor de Boys es la guitarra de Harrison (no resisto registrar la ironía de que otra canción famosa cantada por el baterista se llame Con una pequeña ayuda de mis amigos. (Un favor: no mencionen a Octopus’s Garden si son tan amables porque estamos festejando)
Sugiero escuchar Love me do (en el pandero está Ringo, por cierto, no en la batería, gracias al rigor de George Martin que optó por Pete Best y Andy White en distintas grabaciones)
Como sea, un día como hoy el mundo registró uno de esos milagros seculares de los que es capaz el ser humano y por ello también es uno de los cantos más vigorosos y festivos que le siguen diciendo al mundo que es posible construir si elevamos juntos el canto al cielo y, así, de pronto, miramos flores y comemos tartas de malvaviscos. Hay que intentarlo siempre.