Dentro de ese tipo de liturgias a las que somos tan afectos, el natalicio de Gustavo Cerati no podía pasar desapercibido (y lo sabe bien Google que, con su doodle de hoy, cae simpatico a decenas de miles de fans del rockero argentino).
Para muchos jóvenes de los ochentas recordar a Cerati es remitirse a una leyenda; más allá de si ello implica calidad o creatividad músical, se evoca una época y un tarareo que registra el éxito comercial que tuvo Soda Stereo por aquellos años (prueba de que a sus fans no les interesa la imaginación o el virtuosismo de la banda y su líder Cerati, es que no importa que los músicos hubieran tomado prestadas partituras casi completas de las canciones de otros grupos; la influencia de Police es indiscutible).
Desde luego que, más allá de estas tribulaciones, hubo eso que llamamos clic entre lo que hizo Soda Stereo y su publico, las ventas de sus discos registran datos contundentes y en lo que se refiere a calidad músical y a composiciones más serías (lejos de las frases de lugares comunes), Cerati tuvo la oportunidad de demostrarlo junto con Charly García, quien lo invitó a producir algo juntos pero el proyecto no pudo concretarse y así permaneció en un eterno estado de música ligera (que hasta a Kiss plagió). Se me podrá objetar que en 2008 trabajó con Roger Waters pero también es incontrovertible decir que nada resultó de la mancuerna, en contraste a cuando Cerati trabajó con…. Shakira, claro. Ahí sí hubo resultados.
Como sea, el público latinoamericano no se distingue por ser exigente y en estas horas se encuentre festejando la medianía musical por la tonada pegajosa y más si eso conduce a la nostalgia.
Para quienes, aun dentro de esa liturgia quieran escuchar algo deveras virtuoso, les remito a uno de los mejores grupos de rock del mundo, y que existen desde mediados de los noventa. Se llama “Cabezas de cera”. (Absténgase si espera algo como “Corazón delator” o cosas así)
