miércoles 24 abril 2024

Guasón

por María Cristina Rosas

Decía Nietzsche que “el hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa”. Esta aseveración resume lo que el espectador verá en “Guasón” (Joker 2019), película de Todd Phillips estelarizada por Joaquin Phoenix en el papel del conocido villano.

Ambientada a principios de los años 80, “Guasón” transcurre en una Ciudad Gótica donde la polarización social y la corrupción de las autoridades son la nota -cualquier semejanza con la realidad, es pura coincidencia-.

Arthur Fleck (Phoenix), aspirante a comediante, vive con su madre Penny. Arthur padece una enfermedad mental que lo hace reír en los momentos menos apropiados. Ello lo mete en problemas en más de una ocasión.

Por su condición psicológica, tiene dificultades para conseguir empleo, amén de que es agredido por distintas personas que se burlan de él. Arthur visita periódicamente a una trabajadora social quien le provee de recetas para que acceda a los medicamentos que requiere.

Tras agresiones que padeció a manos de unos jóvenes, Arthur recibe de un compañero del trabajo una pistola. Con ella, Arthur, luego de una nueva agresión de que es víctima en el Metro, asesina a tres hombres. Este hecho es reportado por los medios y dado que se logró identificar al asesino por llevar maquillaje de payaso, muchos inconformes comienzan a usar máscaras de payaso para protestar y amotinarse contra las autoridades.

Arthur, en su afán por triunfar como comediante, participa en una rutina de stand up, pero sufre un ataque de risa que le impide hacer y decir lo que tenía planeado. Este hecho es registrado por alguno de los asistentes y puesto a la atención de Murray Franklin (Robert De Niro), personaje que tiene un exitoso programa de televisión. Franklin invita a Arthur a su programa, con la intención de burlarse de su fallida rutina de stand up.

Previamente Arthur se entera de que es huérfano y que la mujer con quien vive no es su madre. Investigando más en el hospital psiquiátrico en que la mujer estuvo confinada alguna vez, Arthur encuentra el expediente respectivo con información sobre los abusos que el hombre con quien Penny vivía, perpetraba sobre ella y Arthur. Amén de esta perturbadora información, Arthur es informado por la trabajadora social que lo atiende, que el gobierno ha decidido cancelar el programa de asistencia de que él forma parte y que ya no será posible darle más recetas ni medicinas para su tratamiento.

El descenso de Arthur a la locura es mostrado cuando la policía, que sospecha que él fue el autor de los asesinatos en el Metro, lo persigue. Es una escena icónica: Arthur corre y baja por las escaleras y mientras lo hace, maquillado una vez más como payaso, baila y celebra su renuncia a encajar en una sociedad indiferente, burlona, insensible.

No diré más. Sé que a muchos parecerá perturbadora toda la trama. La película ha generado controversia porque hay quienes consideran muy violentas ciertas escenas. Como nota al margen, a mí me parece que hay películas mucho más violentas (ahí está el caso de “Kill Bill 1 y 2” de Tarantino, que, para mi gusto, es casi como ver “The Walking Dead”, con cifras récord de asesinatos por minuto). Quizá lo que más incomoda al espectador -o a algunos espectadores- de “Guasón” es la sugerencia de que, ante la injusticia social, de cara a la pésima distribución de la riqueza y la corrupción de las autoridades, los oprimidos se manifiesten y hagan “justicia” por su propia mano.

Tengo que decir que antes de ver la película, me preguntaba si valía la pena ver una producción donde el personaje central es un villano icónico, némesis de Batman. Pero supongo que así es la postmodernidad: los superhéroes tradicionales mueren (Iron Man pereció en la más reciente entrega de los “Avengers”) mientras los villanos se erigen en modelos aspiracionales.

Considero un acierto, entonces, esta producción y no puedo dejar de comentar que la actuación de Joaquín Phoenix es excelsa. No sé si alcanza a superar la caracterización de Heath Ledger, pero, sin duda, hay momentos memorables por los que vale mucho la pena ver la película, como el descenso del Guasón por la escalera. No sobra decir, parafraseando a Nietzsche, que la risa, en este caso la del Guasón, emana del dolor, proyecta tristeza, infelicidad y mucho sufrimiento. Guasón rompe la barrera de la supuesta disyuntiva entre reír o llorar. Arthur llora cuando ríe y ríe cuando llora. Lo irónico del caso es que a pesar de todos los infortunios que ha vivido, Arthur quería hacer comedia y lograr que los espectadores rieran. Pero todos prefirieron ignorarlo y pisotearlo.

La película muy bien puede ser un homenaje a los grandes villanos del cine, a las encarnaciones del Guasón hechas por el propio Ledger y Jack Nicholson y también a personajes icónicos como Chaplin, en atención a las alusiones que se hacen en Guasón a sus Tiempos modernos, donde, al igual que ocurre con Arthur, Chaplin enfrenta toda suerte de infortunios en el marco de la Gran Depresión, si bien el icónico vagabundo siempre aplica aquello de “al mal tiempo, buena cara”. Justo para musicalizar Tiempos modernos, Chaplin escribió una canción, Sonríe (Smile) que también se puede escuchar como parte de la banda sonora de Guasón.

A ver sin falta. Como todo mundo da por sentado que Phoenix recibirá un premio Óscar por esta caracterización -cosa con la que yo estaría de acuerdo- amén de otros galardones -superando la posible nominación de Taron Egerton por su personificación de Elton John en Rocketman-, no discurriré sobre el particular. Simplemente termino diciendo que Phoenix hizo una construcción del personaje que encarna, de muy buena manufactura. Eso sí: será difícil, tras ver la película, que los payasos no den miedo (y miren que el payaso de It asusta, pero nada comparable con este Guasón).

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