jueves 28 marzo 2024

El gran cambio político-cultural y mediático

por José Carreño Carlón
Etcétera

Verano ‘liberal’. Hay más cambios políticos, culturales y mediáticos en el mundo y en México que los que estamos predispuestos a distinguir y a aceptar. Hasta ayer, la Suprema Corte de Estados Unidos llevaba cinco días construyendo la agenda noticiosa de uno de los pocos medios del mundo considerados capaces de establecer la agenda global de la conversación pública: The New York Times. Empezó con la información del aval definitivo al sistema de salud del presidente Obama y siguió con la cobertura del derrumbe de las últimas resistencias a la legalización de los matrimonios de personas del mismo sexo, a lo largo y a lo ancho de aquel país. Esto ocurrió unos días después de que la Corte mexicana había hecho lo mismo, sin que ningún medio de aquí le diera el despliegue y el relieve del diario neoyorquino.

El Times continuó esta racha con el peso otorgado al palo que le propinó aquel máximo tribunal al establishment político, al apoyar la promoción ciudadana opuesta a que los partidos cambien la conformación de los distritos electorales para perpetuarse en los cargos, a propósito de un caso en Arizona. Y apenas ayer, le dio un saludable despliegue a un debate relacionado con el empleo de la droga usada en Oklahoma en la ejecución de los condenados a muerte, porque la deliberación se orientó al tema de la inconstitucionalidad de la llamada pena capital.

Por lo pronto, este verano ‘liberal’ —como llaman en EU a las posiciones progresistas— parece rebelarse contra las estadísticas históricas que le llegaban a atribuir hasta el 80% de los contenidos de los medios informativos estadounidenses a las fuentes del Ejecutivo. Y este dato no cambia por el hecho de que estas resoluciones y posiciones de la rama judicial, que han desplazado al Ejecutivo de las primeras planas, terminen embonando con iniciativas y posiciones del presidente Obama.

¿Victorias culturales y derrotas electorales? “Mientras la izquierda gana batallas culturales, los republicanos ganan oportunidades para el 2016”, comentaba en el NY Times Jonathan Martin, en el análisis de la noticia del día en que se publicaba la resolución de la Corte sobre matrimonios gay. Puede ser, pero sólo que sus candidatos rehúyan los temas sociales en sus campañas, como el del sistema de salud, en el que el gobierno demócrata de Obama les ganó tanto en el tribunal de la opinión pública —a pesar de las grotescas campañas de Fox News y otros baluartes derechistas— como, esta vez, en el más alto tribunal de derecho de su país.

Para no hablar de los temas culturales, como el de los matrimonios gay, verdadera kriptonita para la derecha, en la medida en que la sociedad ha experimentado un cambio radical no sólo en términos de tolerancia, sino de explícito respeto a la libertad y a la dignidad de las diferencias en materia de sexualidad.

¿Acción o quejumbre? En México también se ha diversificado la agenda de los medios a costa del protagonismo presidencial del antepasado. Pero con frecuencia se confunde diversificación con dispersión de asuntos e intereses mediáticos, lo que les resta a las empresas informativas concentración y profundización en el tratamiento de los temas.

Con un problema adicional, de cultura política. Va el contraste: en la principal del NYT del día siguiente de la ratificación de los matrimonios del mismo sexo, “entusiasmados por el aval de la Suprema Corte”, los promotores de los derechos gay anunciaban el inicio de su nueva batalla, ahora contra los sesgos discriminatorios en las leyes laborales y de vivienda. Sin embargo, sus contrapartes mexicanas, antes del día siguiente, ya habían vuelto a la quejumbre y autocompasión por todas las formas de discriminación subsistentes.

Dos culturas, dos discursos. Quizás tendríamos que empezar aquí por cambiar el discurso de la autovictimización, a fin de valorar los cambios políticos, culturales y mediáticos experimentados por México, como punto de partida para todas las batallas pendientes, desde un discurso ganador.


Este artículo fue publicado en El Universal el 01 de Julio de 2015, agradecemos a José Carreño Carlón su autorización para publicarlo en nuestra página

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