miércoles 15 mayo 2024

Gobierno de cínicos

por Jesús Ortega Martínez

¡Se rebasó, según los datos del gobierno, la línea funesta de más de un millón de personas infectadas por Covid-19, y ya se superó la cifra de 100 mil personas fallecidas!

Y, sin embargo, estamos obligados a decir que las cifras oficiales están muy por debajo de los números reales. Las cifras de 100 mil personas fallecidas y de millón de contagiados habrá que multiplicarlas por tres, por cuatro o quizás por un número mayor, lo que convierte este hecho en la mayor tragedia humana que ha padecido México desde principios del siglo pasado.

Por ello mismo resulta insólito que el presidente de México haya expresado la desafortunada frase de que la pandemia “le cayó al gobierno como anillo al dedo”. Otros personajes relevantes del gobierno la reiteran como muestra de su execrable servidumbre, tal y como sucedió con la secretaria de la Función Pública, que apenas hace algunos días (cuando ya se conocían estas cifras trágicas) repitió que la pandemia le “cayó como anillo al dedo al gobierno”.

Lo anterior obliga a preguntarnos y cuestionar: ¿qué pasa por la mente de un individuo que tiene la responsabilidad del gobierno del país, por la de cualquier funcionario o de cualquier otra persona, para que la muerte de más de 100 mil personas le caiga bien, le satisfaga, le agrade? Porque ese es el significado del dicho “me cae como anillo al dedo”.

Cuartoscuro

A esa persona que “le cae como anillo al dedo” la pandemia con su secuela de muerte, dolor y pesar debe estar desequilibrada mentalmente. O, en el caso de funcionarios gubernamentales como Irma Eréndira Sandoval, esta vileza podría estar motivada (como sucedió con los oficiales del partido nazi encargados de asesinar a millones de personas en los campos de concentración) por un comportamiento extremo de sumisión al poderoso, al grado de que pueden hacer abstracción de sus propios actos criminales. También se pueden alcanzar estos procederes cuando, trastornados o perturbados, aparecen individuos que son capaces de privilegiar sus objetivos políticos antes que tratar de aminorar el sufrimiento de la gente.

Sea por la causa que sea, es verdad que la tragedia humana por la que pasa el país le cae como anillo al dedo al presidente López Obrador y a los funcionarios de su gabinete.

Otra evidencia de cinismo es lo que sucede con Hugo López-Gatell, que regaña a los periodistas y medios de comunicación porque publican las cifras de los afectados por la pandemia. Causan alarmismo, dice.

López-Gatell es un caradura porque, motivado por su narcisismo, él mismo instaló en Palacio Nacional un pedestal desde donde, día a día, informaba (según sus datos y según sus necesidades políticas) los efectos de la pandemia.

Ahora que la realidad lo desenmascara en sus mentiras, ahora que son más, muchas más de 100 mil las personas que han muerto por la pandemia, y que son más, muchas más de un millón los contagiados, es cuando intenta ocultarla.

Esta tragedia tiene otra faz en México: la de un gobierno de cínicos que aprovechan el exceso de muertes que experimenta el país para beneficiarse políticamente. Esto es así porque la muerte de más de 100 mil personas les “cae como anillo al dedo” y no se cansan de decirlo.

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