miércoles 24 abril 2024

Gabriel Zaid y la incredulidad de Elena Poniatowska

por Arouet
"¿Cómo es posible que un escritor que jamás aparece en público, rechace a los fotógrafos y se niegue a dar entrevistas, tenga la presencia y la fuerza moral de Gabriel Zaid?", pregunta Elena Poniatowska en un artículo publicado el domingo pasado en La Jornada.


 


Creo que la señora Poniatowska plantea la interrogante de manera genuina. O sea, en efecto no entiende que un intelectual como Zaid hubiera desdeñado el relumbrón de la fama y aún así tenga tanta fuerza moral; el desconcierto de Poniatowska se debe, precisamente, a que ella asocia fuerza moral con fama. No entiende ese fenómeno social porque ella ha usado a las palabras para construirse una imagen y, desde luego, en la búsqueda de reconocimiento convoca a fotógrafos, da conferencias, asiste a manifestaciones sociales y acepta premios.


 


Poniatowska ha sido una eficaz constructora de su propia imagen aunque ello no siempre haya sido en compañía de la solidez argumental o la consistencia ética y moral. Durante su carrera no ha reparado en medios para apropiarse de las palabras y los testimonios de otros, y presentarlos como si fueran suyos, para usar el vocablo preciso que provoque emociones y adhesiones para su causa, en la que ha de creerse y no cuestionarse nunca, para ignorar y vilipendiar lo que otros opinan sino coinciden con ella, porque ella no es sola, al construir su imagen, Poniatowska pertenece a cofradias. Por eso no sabe, no entiende, que un ser hecho de palabras como Zaid, trascienda al fulgurante hechizo de la frivolidad y por eso tampoco entiende a los lectores del poeta y escritor, que siempre rechazarán guiones establecidos que se ofrecen como credos.

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