jueves 28 marzo 2024

Frenaaa y AMLO: espejos

por Pablo Majluf

Puede preocupar el Frente Nacional AntiAmlo (Frenaaa), pero por las mismas razones que desde hace mucho preocupaba el obradorismo. Desde luego que hay diferencias, la mayoría cosméticas, que también preocupan; pero no reconocer que comparten pulsiones es una ingenuidad, y, en boca del obradorismo, hipocresía.

Si lo que preocupa es el populismo conservador, la demagogia, los llamados antidemocráticos a la renuncia del presidente en turno, la eventual aparición de “un Bolsonaro”, el resentimiento, el nacionalismo, las amenazas al laicismo, la diseminación de mentiras, y el uso de la ignorancia para enardecer a las multitudes y utilizarlas como instrumentos de la propia ambición política, no hace falta esperar a Frenaaa: todo eso ya está en Palacio Nacional.

Ahora, si lo preocupante es que el fenómeno sea “de derecha”, entonces se trata de fanatismo de etiquetas, tan inútil como demuestra el párrafo anterior, precisamente porque en el ejercicio real del poder son idénticos los demagogos: Orbán, Kaczyński, Trump, Bolsonaro, Erdogan y López Obrador, cuyos signos no yacen en las políticas públicas, sino en la demagogia, el autoritarismo y la concentración de poder.

Foto: etcétera

Que esto no sirva de apología. Al contrario. Si no hay espacio para reivindicar a uno y condenar al otro, la congruencia es denunciar a los dos, ambas expresiones de la decadencia política. Así, tanto Frenaaa en su antiobradorismo, como el obradorismo en su antifrenismo, cometen enormes contradicciones. El primero incluso en sus propias siglas: un frente antiobradorista parecido a López Obrador. El segundo en su reproche, proyección de sí mismo. Freud definió la “proyección”: atribuir al otro lo propio.

Ni siquiera las diferencias permiten reivindicarlos. En algún ideario, por ejemplo, vendría bien que Frenaaa lograra politizar a la burguesía mexicana, cuyo desinterés voluntario es uno de los grandes trastornos de nuestra cultura política. Pero no lo hará, o lo hará homologando al obradorismo con el comunismo, o azuzando el clasismo, de la misma manera en que el obradorismo pretendió movilizar al “Pueblo” con su maniqueísmo de clase.

La advertencia sobre Frenaaa que sí se debe conceder es que todo siempre puede empeorar: la primera y gran lección del obradorismo.

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