El fotógrafo Luis Posada: la conciencia y el virtuosismo

El cinefotógrafo y fotógrafo Luis Posada es un virtuoso de habilidad comparable a Deakins, Lubezki o Richardson. Parece considerar que su obra está en busca de sentido, comprendiéndolo como causa social. Es probable que Posada no se haya percatado que desde hace años sus imágenes han encontrado un cauce: el de la empatía. Acaso tampoco sea plenamente consciente de que esa disposición personal y estética trasciende las ideas colectivistas y ambientalistas que él quisiera imponer a su trabajo. Algunas fotografías de Posada, que muestran esto, se exhibieron en Baja California Sur. En el verano se montará una nueva exposición de su obra en La Paz.

Del 5 de diciembre de 2020 al 8 de marzo de 2021 se presentó Posada/Posada en el Museo de las Misiones de Baja California. La muestra incluyó pinturas y dibujos del arquitecto y pintor Rodrigo Posada, junto a fotografías de Luis Posada. Así, las creaciones de ambos hermanos se exhibieron en Loreto, Baja California Sur. El museo ocupa un antiguo convento desde el que los jesuitas emprendían sus campañas de evangelización en el siglo XVIII y que posteriormente ocuparon los franciscanos y los dominicos. El inmueble se encuentra ahora a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia y es recinto de acciones culturales como las que sin cesar se desarrollan fuera de las grandes ciudades, por iniciativa gubernamental o privada.

Luis Posada, probablemente por el ambiente cultural de nuestro tiempo —tanto en América Latina como en otras regiones—, se empeña en generar un discurso ambientalista y anticapitalista para su obra. Sin embargo, la mirada, el involucramiento, e incluso la realización, suelen preceder a las ideas en el trabajo artístico de Posada. Este fotógrafo se expresa como si lo social fuera un requisito del arte. Según observo, esto surge de convicciones genuinas. Pero una postura como ésta pasa por alto la posibilidad de que lo social en el arte pueda ser consecuencia de experimentar el mundo de manera personalísima, dando como resultado, sólo en ocasiones, la necesidad de intervención política. En este sentido, por casi una década, Posada ha capturado imágenes tanto fotográficas como fílmicas, durante múltiples estancias en la zona limítrofe entre Tailandia y Birmania. Han sido visitas de alguien que ha querido ver.

En esa región de Asia, Posada ha creado fuertes lazos con múltiples personas: las ha fotografiado desde la confianza de la convivencia, filmado numerosas horas de diversas actividades —incluyendo labores en un tiradero de basura—, conversado con ellas por el gusto de oírlas, buscando formas de comunicación a pesar de barreras idiomáticas. En las obras resultantes ha habido una mirada y una visión que no requieren de un lamento ideológico en contra de la globalización para revelar los dolores y las alegrías de los personajes que Posada retrata. La fotografía Esperanza (Birmania, 2011), por ejemplo, muestra a un niño al que se le afeita la cabeza. El niño mira al fotógrafo que observa. ¿Cuándo se aprenden los gestos? ¿En qué momento se adopta la petulancia? ¿Desde qué momento uno ha acumulado elementos suficientes para caer en el desvarío del desprecio a los demás? ¿Es el neoliberalismo que todo lo contamina, aunque la arrogancia nos haya acompañado por milenios? ¿O se trata sólo del gesto de un instante que se presta a malinterpretación y, en realidad, estamos apenas ante un niño gesticulante que siente una navaja en el cráneo, el agua que escurre por su cara y su cuerpo, que se sabe mirado por un extraño, por más fraternal que sea?

Durante su periodo programado, Posada/Posada debió cerrar por un tiempo debido a la pandemia. La siguiente exposición de los Posada tendrá el título de Conciencia y será alojada en el Museo Regional de Antropología e Historia de Baja California Sur, en La Paz. Estaba agendada para iniciar en mayo, pero al momento la fecha está pendiente de ajuste por las variaciones del semáforo epidemiológico. Para el registro histórico de la relación de la pandemia de covid-19 con las artes, se puede mencionar que la afectación a los intérpretes ha sido extrema, pero otros artistas también se han visto afectados, cuando menos en la difusión de su obra. Para algunos esto ha significado, como para los Posada, comprensibles demoras. Otros creadores han enfrentado cancelaciones y posposiciones todavía sin fin. Algunos se encontraban en la etapa final de ejecución de proyectos, con los variados e importantes compromisos que eso conlleva para los artistas. La incertidumbre alrededor de la pandemia y las dificultades para los creadores —tanto las inevitables como las innecesarias—, podrían ser motivo de otra columna.

El fotógrafo Luis Posada —el más mexicano de los cosmopolitas—, ha desarrollado buena parte de su carrera en Europa, donde ha residido por un periodo significativo de su vida. Allá ha participado profesional y sistemáticamente en el mundo audiovisual. En Birmania, Posada ha capturado y, sobre todo, trabajado con imágenes para su proyecto multidisciplinario Larga Esperanza. Éste incluye un documental, un libro fotográfico, difusión digital de ciertas obras y una instalación multimedia. Posada/Posada mostró sólo algunas de las fotografías. Varias de ellas se encuentran intervenidas y han sido elaboradas a través de experimentos que el artista realiza con técnicas como la impresión giclée en algodón y en platino paladio sobre diferentes papeles artesanales mexicanos y asiáticos. En su trabajo con la materialidad de las imágenes, así como en su acercamiento no utilitarista a los sujetos de sus obras, se encuentra el proceso artístico de Luis Posada, un creador de talla internacional.