viernes 29 marzo 2024

¡Estás en silencio, prende tu micrófono!

por Ingrid Motta

Tienes derecho a investigar, recibir o difundir información y expresarte libremente, sin fronteras y por cualquier medio de expresión; así lo marca desde 1949 el artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos. Por supuesto, todo derecho trae consigo deberes y responsabilidades, por lo que tu opinión no puede limitar la privacidad, ni ir en contra de la reputación y el honor de los demás.

Alexander Meiklejohn fue un filósofo inglés defensor de la libertad de expresión. La anclaba a la democracia como una necesidad social de la libre compartición de ideas e información, para poder contar con un electorado enterado y con capacidades de análisis y decisiones propias.

En México, la libertad de expresión está garantizada en los artículos 6 y 7 de la Constitución como un derecho inalienable al ser humano en su capacidad de difundir opiniones, información e ideas.

Poder expresarte libremente, trae consigo la capacidad de escuchar a los demás, sin juicio y con respeto a la diversidad de pensamiento; sin tratar de imponer ideologías sino buscar en la empatía, la comunión de acuerdos para el bien común.

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han creado canales de compartición de opiniones, en donde millones participamos activamente en la vida económica, política, social y cultural. Sin embargo, prevalece desde el propio gobierno la falta de empatía y la violación de los derechos humanos de los formadores de opinión, a los que considera críticos y adversarios.

Esta nueva forma de censura es sólo una evolución del autoritarismo presidencialista que ha sufrido México por décadas, y que ha sido muy ejercitada por los mismos actores de hoy, que en otros ayeres y frentes políticos, avanzaron para cambiar de nombre a sus antiguas filias y fobias, valores y creencias para llegar a ser lo que hoy son.

Atacar a la prensa y a intelectuales como Enrique Krauze o Héctor Aguilar Camín, entre tantos otros, es privar a la libertad de expresión en su hacer creativo y de transmisión de información a sus lectores y oyentes.

Como ciudadanos nos queda la congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace, incitar a la palabra honesta y al amor por nuestro país. Ser el ejemplo de nuestros hijos, al fortalecer nuestra autoconciencia sobre la libertad y no permitir que una realidad alternativa demerite los actos sociales y manifestaciones en búsqueda de la democracia.

Para Octavio Paz,

“El principio de la libertad está ligado con el de la verdad. Yo no soy libre de decir una mentira, si digo una mentira a sabiendas, no ejercito la libertad sino la esclavitud…Todo el mundo quiere huir de la libertad; muchos aterrorizados quizá por la falta de congruencia de algunos tiranos que hablan de libertad mientras la violan – y otros, fascinados. Se requiere substituir a la libertad por el mito totalitario. ¡Cómo si eso fuera posible! Los mitos, dice Marlaux, no acuden a nuestra razón, sino a nuestra complicidad”¹.

Estimado lector:

Te invito a que prendas el micrófono.

Profesemos la ética como una actividad permanente de la voluntad, como una decisión autónoma y sistemática. Hagamos cumplir la libertad de expresión como un derecho fundamental que el gobierno tiene obligación de otorgar a sus gobernados.

Reconozcamos nuestro orgullo por actuar congruentemente. La alegría por ver que hay muchos mexicanos que, al igual que el productor ejecutivo, Alejandro Peláez, como más de 100 mil ciudadanos, participó en la marcha hacia el Zócalo el sábado pasado, y que ha decidido romper con la apatía, y la falta de compromiso gubernamental, para despertar la conciencia de los mexicanos.


1 Paz, Octavio, Primeras letras (1931.1943), México, Vuelta, 1988, p. 71

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