viernes 29 marzo 2024

#EstaNoEsUnaReseña: Bayoneta

por América Pacheco

La semana pasada se estrenó en Netflix “Bayoneta”, el más reciente largometraje del cineasta mexicano Kyzza Terrazas (“El lenguaje de los machetes”, “Somos lengua”). “Bayoneta” no parece una película mexicana. Lo anterior no obedece a que la cinta fue filmada casi en su totalidad en la ciudad Turku, Finlandia. “Bayoneta” NO parece una cinta mexicana porque carece de los principales vicios del cine nacional. La manufactura intimista y el análisis a las emociones del protagonista, que retratan con sutileza la voluntad del hombre y sus límites, acercan a “Bayoneta” más al cine de Aki Kaurismäki que al de Reygadas.

Kyzza es filósofo de formación, lo que ha servido para impregnar su obra de un marcado análisis sobre la existencia, la moralidad, la mente y el lenguaje de sus personajes. Luis Gerardo Méndez (“Nosotros los nobles”, “Club de Cuervos,” “Cantinflas”) encarna al boxeador retirado Miguel “Bayoneta” Galíndez, mexicano ex gloria nacional que decide autoexiliarse en el último lugar al que la lógica podría suponer como refugio: Finlandia; pero que, a efectos dramáticos, funciona como el refugio ideal para un prófugo de su propio abismo.

En la cinta “Le Havre” de Kaurismäki, Idrissa llega a Normandia por razones asociadas a la casualidad y a la mala suerte. En “Bayoneta”, Miguel encalla en Finlandia por causas similares. Ambos, Idrissa y Miguel son inmigrantes que las circunstancias abrazan con marginación y un poco de tragedia.

“Bayoneta” es más que una cinta de boxeo. Kyzza no es un apasionado del box (aunque sí de la reflexión en torno a él), pero Rodrigo Márquez Tizano sí, y su labor como coguionista del largometraje es notoria. En “Bayoneta” se exploran con meticulosidad los ángulos y las metáforas que envuelven la agonía de un ex boxeador que va mostrando a ritmo de paso doble el secreto detrás de su exilio en una tierra en la que el sol es más escaso que la felicidad.

#EsteNoEsUnArquetipoSocial

Omar Millán en su libro Tijuana, tierra de boxeadores hace el recuento de la Ciudad fronteriza que ha producido, al menos en los últimos 35 años, una veintena de campeones mundiales de boxeo, y la bicoca de casi 200 pugilistas profesionales que han representado a nuestro país en los cinco continentes; y por si lo anterior no fuera indicativo, también ha sumado puñados de peleadores amateur que han representado a México en Juegos Olímpicos durante décadas. Lo que nos cuenta Bayoneta es la historia de uno de estos púgiles que, después de escapar de una trágica historia, se refugia en un país nórdico no con la intención de buscar consuelo, sino con la intención de desaparecer.

Un boxeador mexicano en Europa será un objeto exótico al margen de su origen barriobajero, y la interpretación de Luis Gerardo Salas como un boxeador tijuanense retirado no se escapa del arquetipo. Leí hace poco una reseña de la cinta en la que consideran que Luis Gerardo es la nota más alta del filme, aunque yo difiero totalmente. Lo anterior no significa que Luis haya desempeñado un papel mediocre en la cinta, todo lo contrario: el actor más conocido por su insufrible papel en “Nosotros los nobles” crece poderosamente en su saldo amigo actoral gracias a los sensibles ángulos y metáforas de la agonía en todos sus pasivos matices. Sin embargo, el actor franco-mexicano Brontis Jodorowksy ofrece mayores registros y curvas interpretativas desde la sutileza de sus escasos diálogos y movimientos frente a la cámara.

El director prefiere explorar el leimotiv que habita en la mente de un boxeador aquejado por la culpa. Kyzza tiene un talento finísimo para retratar con soltura elegante a gente rota y con “Bayoneta” nos entregó un largometraje casi intimista contado a punta de jabs reflexivos. Las secuencias de box son más un tango que un despliegue violento. Si el espectador busca un festín piromaniaco puede decepcionarse. Mi sugerencia es que busque en el catálogo de Netflix “Hands of Stone”, la biopic de Roberto Durán. Sin embargo, si lo que buscan para este fin de semana es una película de fotografía espléndida que nos cuente la historia de un hombre que ha bajado con frecuencia al infierno, no se pierdan la cinta de Kyzza. Las piezas artísticas de los sobrevivientes nunca dejan indiferentes a sus iguales, reza un clásico.

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