jueves 18 abril 2024

¿Engaña Disney al IFT?

por Gerardo Soria

Hay señales de que Disney insiste en el pretexto del Covid-19 para abstenerse de cumplir su obligación de vender Fox Sports, condición que le fue impuesta por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) desde marzo de 2019, cuando resolvió la concentración entre dicha empresa y Fox.

Cabe recordar que así como en Estados Unidos el Departamento de Justicia ordenó a Disney excluir de la operación los canales deportivos regionales de Fox Sports, o la Comisión Europea los canales culturales, el IFT ordenó que la operación no comprendiera los canales deportivos de Fox Sports, pues de lo contrario, un solo operador en México –Disney-, a través de los diversos canales deportivos de ESPN y Fox Sports, acapararía alrededor del 80% del mercado de contenidos deportivos en televisión de paga.

El IFT fue claro: Disney debía vender Fox Sports en un plazo máximo de seis meses, prorrogable por una sola ocasión y por un periodo igual. Así, Disney estaba obligado a vender antes del 1° de noviembre de 2019 o a más tardar el 1° de mayo de 2020. Desde entonces, Disney reportaba avances en el proceso de negociación y la existencia de potenciales compradores. No obstante, los interesados jamás formalizaron sus pretensiones ante el elevado precio fijado por Disney.

Un mes antes de que venciera el plazo fatal, y de que en términos de la resolución el negocio fuera afectado de manera irremediable a un fideicomiso para su venta o liquidación, el regulador determinó, con motivo de la emergencia sanitaria, suspender el plazo concedido a Disney, permitiéndole concretar la venta a más tardar el pasado 3 de agosto. Posteriormente, le concedió un nuevo plazo que vencerá el próximo 5 de octubre.

Ha trascendido que Disney pretende que el IFT le conceda, una vez más, un plazo adicional para cumplir con la obligación que le fue impuesta desde 2019, bajo el pretexto de que, ahora sí, existe un comprador con un interés serio en adquirir Fox Sports. El supuesto comprador sería Fortune Partners Group, a cargo de Ross Kestin, quien de la mano de Alejandro García Gamboa de Grupo SIPSE y Fernando Von Rossum, estarían ofertando apenas cerca de seis millones de dólares por Fox Sports. No obstante, además de que el fondo, de reciente creación, carece de experiencia en materia de contenidos audiovisuales deportivos, lo que resulta más preocupante es la información en el sentido de que los involucrados carecen de la capacidad financiera para adquirir y manejar dicho negocio.

No debe olvidarse que el IFT estableció como una condición fundamental para la desincorporación que el comprador fuera totalmente independiente de Disney y que contara con los recursos financieros, experiencia probada y planes para mantener y desarrollar el negocio. Asimismo, prohibió que Disney subsidiara o financiara en forma alguna dicho negocio.

El IFT debe tener cuidado para evitar caer en un engaño. No debe pasar por alto que engaños de esa índole, ya le han valido recientemente a Disney que en Chile se esté ordenando la imposición de una multa millonaria por engañar a la autoridad antimonopolio y no entregarle información relevante al momento en que se analizaba la concentración. Tampoco debe pasar por alto que los operadores nacionales de los sectores de telecomunicaciones y radiodifusión no han frenado sus operaciones o dejado de cumplir sus obligaciones argumentando estar imposibilitados por la pandemia. Para ellos, los plazos no han sido interrumpidos. Lo cierto es que Disney ha tenido tiempo de sobra para cumplir su obligación, pero simplemente ha preferido apostar por no hacerlo.

Debe considerarse que miles de empresas mexicanas, de todos los sectores, han estado pasando momentos económicos complejos con motivo de la pandemia. A pesar de ello, el gobierno ha determinado no relajar en forma alguna el cumplimiento de sus obligaciones, ni ha implementado planes para rescatar a algunas de ellas. No existe razón para que el IFT busque postergar lo impostergable, con el ánimo de “rescatar” al multimillonario gigante estadounidense.


Este texto fue publicado el 30 de septiembre en El Economista. Agradecemos a Gerardo Soria su autorización para publicarlo en nuestra página

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