jueves 18 abril 2024

En medio de lo peor de la pandemia

por Javier Solórzano

En medio de los efectos más brutales de la pandemia pudiéramos estar perdiendo conciencia de en lo que estamos metidos.

Hemos buscado armar una cotidianidad en nuestras vidas para responder a nuestras obligaciones y deberes para poder sobrevivir.

Sin embargo, no se debe dejar de atender que estamos en uno de los momentos más rudos y de mayor riesgo. Quizás viendo las cifras estemos “normalizando” las cosas, pero desde donde se vea son dramáticas, profundamente preocupantes y lacerantes.

El coronavirus no sólo está cada vez más cerca de todos sino que también nos está cercando. Si hubo momentos en que parecía estar lejos hoy nos rodea sin distinciones y está probado que en cualquier momento nos puede alcanzar.

Andamos entre miedos, apuros y preocupaciones las cuales se van cruzando con las necesidades que se agudizan después de cerca de un año de pandemia. El Covid y sus variantes, que no cepas, nos han colocado entre la espalda y la pared.

El Gobierno ha optado por tratar si no de minimizar sí buscar atemperar la dimensión del problema. El “está pasando lo peor” está lejos de lo que vivimos los ciudadanos. Los escenarios son cada vez más delicados y si nos atenemos a lo que la propia autoridad ha dicho es probable que las cifras de contagiados y personas fallecidas sea por mucho mayor.

En todas las investigaciones y estudios, nacionales y extranjeros, queda en claro que no tenemos cifras precisas, incluso se pudiera dar el caso de que nunca supiéramos con exactitud los efectos en las vidas de las familias, las cifras siempre tendrán a su alrededor un halo de dudas por la complejidad de lo que pasa y también porque la autoridad no ha sido suficientemente clara sobre el tema; más que esconder datos, la impresión es que hay incapacidad y confusión para tener mediciones precisas.

El Gobierno está obligado a llevar a cabo una sacudida profunda respecto a su obsesiva estrategia. Hay cosas que cambiar y el hacerlas no significaría hablar de una equivocación o algo parecido, la autocrítica no es precisamente un signo de distinción del Gobierno.

Hemos consignado en varias ocasiones la relevancia que tiene el discurso positivo y alentador del Presidente, sin embargo, no se puede remitir todo a ello en busca de mantener en alto los ánimos de la sociedad.

Estamos llegando a un momento en que más allá de tratar de presentar una cara favorable que aliente a los ciudadanos sea más importante la cruda verdad por más dolorosa que sea. En la medida en que sigamos por donde vamos, entendiendo que la crisis se agudiza en algunas regiones más que en otras, el control se puede ir perdiendo si no es que ya se ha perdido.

Los contagios, fallecimientos, saturación en los hospitales, dificultades para atender a cientos de ciudadanos, están siendo el preámbulo de un colapso.

Es necesario que el Gobierno se sacuda y nos sacuda para dejar claro, con información más que con alarmismo, que la situación es profundamente delicada. No hacerlo está dejando las cosas en terrenos de la interpretación ciudadana que en algunos casos nos ha llevado a elevar el número de contagios y fallecimientos.

Sigue siendo absurda la politización que desde el Gobierno se ha hecho sobre el cubrebocas el cual es una especie de vacuna ante el Covid.

No es lo mismo hablar con firmeza haciendo ver la gravedad del momento que optar por lanzar expresiones como “estamos pasando lo peor”, lo cual está visto en la realidad de cada ciudadano que ni es cierto ni es real.

En medio de la gran crisis por la pandemia es necesaria una gran sacudida, después ya no habrá tiempo para ello.

RESQUICIOS

Joe Biden en sus propias palabras: “el desacuerdo no debe llevarnos a la separación. Sin unidad no hay paz, sólo amargura y furia… debemos terminar esta guerra no civil que pone… a conservadores contra liberales. Podemos lograrlo si tenemos un poco de tolerancia y libertad. Podemos darnos la mano, y ayudarnos unos a otros”.


Este artículo fue publicado en La Razón el 21 de enero de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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