viernes 19 abril 2024

En el día tras día (5)

por Javier Solórzano

Las marcadas diferencias que se han venido construyendo en el país tienen su lógica porque van aparejadas de concepciones de la política e incluso de la vida misma. Tener diferencias fortalece siempre y cuando se viva bajo procesos en que puedan ser canalizadas.

No es este el mejor momento para que nuestras diferencias aparezcan sin ton ni son y que se metan de lleno en un momento como el que estamos viviendo con la presencia de la severa crisis de salud.

En función de lo que está pasando es clave tener un mínimo de cohesión interna. Como le decíamos hace unos días, el discurso y el uso del lenguaje nos está confrontando y no están ayudando a tener un mínimo de coherencia.

Todo indica que en esta materia poco o nada van a cambiar las cosas. El Presidente, está visto, no va a dejar pasar una sola crítica o comentario, trátese de lo que se trate, y también está visto que en las redes y en los medios la crítica hacia su Gobierno no va a disminuir, lo que ya nos lleva a un toma y daca interminable y de alto riesgo.

Los terrenos en que nos podemos meter son peligrosos porque seguramente al final de la crisis por el coronavirus, la situación del país va ser particularmente delicada y no vamos a tener mecanismos de comunicación y búsqueda de acuerdos porque todo es confrontación, lo cual deja huellas y producen consecuencias.

No sabemos cómo vamos a salir de esta crisis, pero hay algo que no se puede soslayar, estamos en ella enfrentados con un Presidente particularmente beligerante con todo aquello que no le parece o que tiene que ver con la crítica a su persona o a su Gobierno.

López Obrador está en un momento complejo porque su constante exposición lo está colocando sistemáticamente expuesto lo que lo lleva a responder a todo lo que le preguntan, sepa o no del tema, o a reaccionar sin darse pausa para la reflexión y consideración de los escenarios; además de que las encuestas no le están siendo favorables.

Está llegando el momento en que el Presidente empieza a ser cuestionado en función de su ejercicio del poder, el neoliberalismo y el pasado del país lo están alcanzando. El discurso tendrá que cambiar porque ya empieza a resultar su discurso repetitivo y de lugares comunes.

La crisis de salud está agudizando todos nuestros males. Nos estamos dando cuenta que no se invirtió a lo largo de décadas lo necesario en materia de salud. Nos estamos dando cuenta que poco o nada hemos atendido a los científicos que son quienes nos pueden adelantar escenarios y cómo enfrentarlos. Nos hemos dado cuenta que el precario crecimiento de los últimos años nos deja en posición endeble y sin capacidad de maniobra.

Todo se está juntando en el momento menos indicado y sin perder la esperanza y menos jugarle a agorero del desastre es evidente que lo peor está por venir. Podremos soportar en algún sentido la crisis, pero al final las muertes y las consecuencias que ya trae nos van a doler, abrumar y quizá cambiar nuestra forma de vida en medio de divisiones y tensiones sociales, pocas veces vista en épocas recientes.

Hoy la crisis más visible es la de salud, pero cuando pase todo esto aparecerán muchas cosas que están sin resolver y que por ahora andan en segundo plano. Es cosa de nada para que se acaben entrelazando a nuestra crisis de salud.

De todos los inéditos que estamos viviendo uno de los más emblemáticos está en la concentración del poder en el Presidente. Por ello se convierte en el auténtico fiel de la balanza porque, además, no da la impresión que escuche o que su equipo se haga valer ante él.

En López Obrador parece estar el principio y fin de los tiempos que estamos viviendo, lo debiera saber y más con el coronavirus encima de nosotros.

  RESQUICIOS.

Tiene razones de fondo la controversia sobre el saludo y consideraciones del Presidente a la mamá de El Chapo. El trato a la señora parece deferente a diferencia de lo que sucede con miles de madres que siguen buscando a sus hijos.


Este artículo fue publicado en La Razón el 31 de marzo de 2020, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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