viernes 19 abril 2024

En el día tras día (31) (Si no es juntos ni cómo)

por Javier Solórzano

Lo paradójico de lo que vivimos es que al mismo tiempo que estamos en medio de una dolorosa, insospechada y larga tragedia, también estamos ante una oportunidad.

El brutal alto en el que están nuestras vidas nos está llevando, en la mayoría de los casos, a reflexiones sobre nosotros y nuestro entorno que, de otra manera, bajo la abrumadora cotidianidad no tendríamos tiempo ni oportunidad para hacerlo.

La pandemia nos está obligando a ver, como en pocos momentos, las desigualdades sociales. Quizá la vida diaria nos haga perder conciencia de ello y hasta lo veamos como parte de lo que somos como sociedad, pero es, sin la menor duda, un asunto central doloroso y brutal que enfrentamos y padecemos, lo queramos ver o no.

Pocas veces han aparecido fenómenos que nos deban hacer tan conscientes de ello como el caso del coronavirus, pensemos de manera paralela para tener una mejor dimensión en cómo temblores, huracanes y grandes accidentes, por lo general, pegan de manera directa a quienes menos tienen.

En el día después se tendrán que diseñar programas para la recuperación económica pensando centralmente en los más desprotegidos, pero establecerlo sólo en ellos será un error que de alguna u otra manera se empieza a vislumbrar, si nos atenemos a las estrategias y al discurso presidencial.

El vaivén de las relaciones entre Gobierno y el sector privado se ha ido definiendo por la confrontación más que por la búsqueda de puentes. En medio de la pandemia las divisiones están llevando a que cada quien termine por hacer lo que cree conveniente en medio de las urgencias y necesidades colectivas.

Nadie tiene la exclusividad para hablar por el “pueblo”, sin dejar de reconocer las obligaciones que tiene la autoridad. Particularmente el actual Gobierno ha colocado el tema sensiblemente como el más importante de su gestión.

El Presidente ha declarado, una y otra vez, que su obligación primera es atender las lacerantes desigualdades, lo cual ha ido aparejado de una serie de medidas que, si bien han sido reconocidas, no por ello están exentas de la crítica.

Sin embargo, todos tenemos el derecho y la obligación desde nuestros espacios de asumir nuestras responsabilidades como parte de la sociedad reconociendo este enorme pendiente, el tema adquiere, desde donde se le vea, una carga ética y moral colectiva.

Habrá quien quiera pasar de largo el tema, pero en el país hay muchas organizaciones y personas que han venido trabajando con convicción para tratar de revertir la situación. Una cosa es que algunos de los proyectos no le gusten al Gobierno y otra muy distinta es la efectividad, importancia y trascendencia que tienen.

El Gobierno se refiere regularmente como el vocero del “pueblo”, pero esto no necesariamente lo coloca como si fuera el único que lo puede hacer ni tampoco como si fuera el único en cuanto al conocimiento y estrategias para atender a este amplio sector de la población, lo cual no ha eludido ni remotamente.

Al asumirse el Gobierno como único responsable y vocero, no hay manera de trabajar y pensar integralmente porque en su estrategia hace a un lado a quien quiere participar, dicho de otra manera, no se han abierto espacios para una integración colectiva sobre todo lo que se ha hecho a lo largo de muchos años por diferentes ONG; el Gobierno no puede ni va a poder solo.

Si la estrategia no va aparejada de una participación colectiva en el día después, los problemas van a ser todavía más graves de lo que ya se presume con bases que van a terminar siendo.

Las reticencias que tiene el Presidente no son gratuitas. Lo deben reconocer el sector privado y algunas ONG, la diferencia está en el momento que vivimos y que el Presidente ya no es candidato y es quien dirige el tránsito.

  RESQUICIOS.

Las pruebas para detectar si se tiene coronavirus duran cerca de 10 minutos. Le dan a usted una buena sacudida al interior de la nariz y directamente en la garganta; vale la pena saberlo.


Este artículo fue publicado en La Razón el 7 de mayo de 2020, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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