viernes 29 marzo 2024

Elecciones, democracia y la mayoría

por Alejandro Vázquez Cárdenas

Democracia, como es sabido, viene del griego y se forma al combinar los vocablos demos (que se traduce como “pueblo”) y kratós (que puede entenderse como “poder”) y comenzó a ser empleada en el siglo V A.C. en Atenas.

Si bien etimológicamente no hay confusiones el asunto se complica un poco al entrar en terrenos más subjetivos; desde un punto de vista filosófico la democracia es algo más que “poder del pueblo”, es un sistema socio político de hombres libres e iguales ante la ley. Idílicamente nos conduce al ideal de la simetría; aunque nuestra realidad está muy lejos de ese ideal.

Para fines prácticos podemos decir que la democracia es una modalidad de gobierno donde, por medio de diversos mecanismos el pueblo selecciona a sus representantes, todos los ciudadanos gozan de libertad y tienen los mismos derechos.

Hasta aquí no hay problema. El problema aparece cuando en cualquier país, el que se nos ocurra, y por la razón que sea, surge un líder que se considera a sí mismo el dueño absoluto de la verdad y por lo tanto se arroga el derecho a ser la voz del pueblo. Él es portador de la verdad, y quien piense de forma diferente se convierte irremediablemente en enemigo. Lo anterior nos remite al fascismo de Benito Mussolini y su famosa frase, “Quien no está conmigo está contra mí”. Recordemos, el motor y pieza fundamental del fascismo es la firme creencia de que sólo la unidad de la nación es capaz de salvarla, ya que aisladamente los individuos jamás lo podrían lograr.

Antecedentes de líderes mesiánicos los tenemos a lo largo de la Historia, pero desde el siglo pasado América Latina ha sido el sitio predilecto de este tipo de especímenes. Prácticamente no hay uno solo país que se haya salvado de esta tragedia, aunque en estos días destacan por sus desastrosos resultados dos países, Cuba y Venezuela.

Pero estamos en México y es aquí y ahora que debemos preocuparnos por las amenazas que un día sí y otro también lanzan las diversas instancias dependientes del Ejecutivo en contra de las instituciones garantes de la democracia. López Obrador ha dejado claro que su principal objetivo es enterrar lo que él entiende por “modelo neoliberal” y destruir sus instituciones.

Vivimos tiempos complicados, se vislumbra algo en extremo preocupante, el ingreso de México a una dictadura subordinando, por medio de amenazas, a las estructuras electorales que por definición deben ser libres y autónomas. Esto, que de por sí ya es preocupante, empeora a la hora de recordar las características y naturaleza de nuestros votantes. Siendo absolutamente sinceros ¿Podemos confiar en la sensatez y en la calidad de la información de las mayorías?

Reuters

Como sostuvo el filósofo y economista austriaco, Friedrich Hayek, en “The Constitution of Liberty”, la elección por mayoría no es garantía de que viviremos en una sociedad libre. Cuando la regla de mayoría no es acompañada de un respeto a la libertad individual, “el ideal de democracia originalmente destinado a prevenir todo poder arbitrario, se convierte en una justificación para un nuevo poder arbitrario.”

Es por lo tanto importante, diría que obligado, colocar en el terreno de la duda la real o supuesta bondad de la elección de autoridades por mayoría.

Tenemos, y muy cercano en tiempo y geografía, el caso de Hugo Chávez, donde se vio, de la manera más dolorosa posible, que la elección de autoridades por mayoría no garantiza buenos resultados. Recordemos que Chávez emprendió una política redistributiva que consistió en la confiscación de propiedades a quienes “tenían demasiado”, controles de precios, controles del tipo de cambio, el reparto de alimentos, y el otorgamiento de subsidios a la construcción de viviendas etc. etc. El gran gasto público fue financiado por los ingresos del petróleo y con emisión de dinero, lo cual finalmente causó inflación y la depreciación de la moneda. El gobierno de Chávez, apoyado por la mayoría de la población, al final llevó a la economía venezolana al colapso económico. El pueblo votó, Chávez ganó, no podemos negarlo.

Venezuela nos muestra, de una manera indiscutible, que la elección por mayoría no garantiza la defensa de la libertad ni buenos resultados económicos. Las autoridades elegidas por mayoría pueden, perfectamente, ser tiranas y terminar por vulnerar la libertad de sus ciudadanos, sobre todo de aquellos que no forman parte del “pueblo bueno”.

No considero que eso sea lo que deseamos.

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