viernes 19 abril 2024

El sí, pero no y el no, pero sí

por Javier Solórzano

La polémica sobre la construcción del nuevo aeropuerto le puede salir a López Obrador más cara de lo que cree. Se entiende que confíe en su fuerza para hablar y proponer, y más con la ventaja que lleva, pero también debiera saber que muchas variables no están bajo su control.

Los mensajes de Carlos Slim y del presidente del CCE, Juan Pablo Castañón, no sólo tienen que ver con la construcción del nuevo aeropuerto. También tienen que ver con la forma en que desde el sector privado se está viendo a López Obrador.

La fuerza política que está teniendo el tabasqueño no debe llevarlo a sobrevalorarse. Si bien tiene el triunfo como nunca antes de cerca, también deberá valorar los términos de su relación con aquellos a quienes eventualmente va a gobernar.

Lo que puede provocar es una profunda desconfianza interna y externa, más allá de que triunfe el primero de julio. Las dudas del sector son provocadas, en algún sentido, por él mismo. Sus declaraciones sobre el nuevo aeropuerto, posteriores a su reunión con integrantes del CEE terminaron por confundir.

Los empresarios habían convocado a una reunión sobre la construcción del nuevo aeropuerto a López Obrador y sus especialistas. La idea no quedó muy clara, no se sabía si querían en verdad discutir sobre la viabilidad de la obra, o de plano suponían que podían persuadir al tabasqueño de la idea al tiempo que estarían en posibilidad de establecer una relación directa con él.

Al final lo que pasó es que López Obrador aseguró que no iba a permitir el desarrollo del proyecto, y que se iba a indemnizar a quien se tuviera que hacerlo “en el marco de la ley”. Días después el candidato trató de matizar su opinión, dijo que cambiaría de opinión “si me convencen”, todo ello sin que se hubiera organizado una sola reunión con el sector privado sobre el tema.

El sí, pero no o no, pero sí le está dando cada vez más lata a López Obrador. Es común que plantee un asunto de importancia, que le pueda hacer ver radical, para que a los pocos días sus cercanos traten de matizarlo. Si bien anda bajo el efecto teflón, pase lo que pase y diga lo que diga pareciera que nada le afecta, es evidente que lo puede terminar tocando.

Sobre esta reacción y actitudes es acerca de lo que alertaba Carlos Slim. No era sólo el aeropuerto, era y son los cambios de opinión los que generan dudas e incertidumbre. Si los empresarios saben bien lo que viene se podrán preparar venga lo que venga. Lo que confunde es la falta de claridad y sobre todo la incertidumbre.
No es sólo el aeropuerto lo que trae azorrillados a los empresarios, son los devaneos.

RESQUICIOS.

Más sobre el debate del miércoles.

Uno de los centros para que los debates sean distintos y adquieran una dimensión de mayor participación y confrontación de ideas está en los propios debatientes. Si ellos quieren que cambien las cosas, la dinámica podría ser distinta; si no es así, por más que haya nuevos formatos no va a pasar nada relevante.

El debate entre candidatos, cinco mujeres y dos hombres, que aspiran a gobernar la CDMX, se va acercando a modelos de participación que hasta ahora no hemos podido instrumentar.

Reconociendo que si bien el tiempo abruma a las y los candidatos, queda claro que en muchas ocasiones las participaciones y propuestas, con mucho o poco tiempo, no están fundamentadas y menos pasan por los terrenos del cómo.

Si de algo padecieron las propuestas de las y los candidatos, fue del cómo le van a hacer para desarrollar las propuestas que plantearon. El problema puede estar efectivamente en el tiempo, pero también en la poca claridad de las mismas.

A pesar de todo fue un buen debate. Deberá servir para los dos que vienen. Algo que va quedando claro es que preguntar directamente a las y los candidatos ayuda mucho al desarrollo del debate; tómenlo en cuenta.


Este artículo fue publicado en La Razón el 20 de abril de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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