viernes 19 abril 2024

El señor López y su izquierda

por Alejandro Vázquez Cárdenas

Según la venerable Real Academia Española (RAE)  la palabra “etiquetar” en su segunda acepción significa “clasificar a alguien o algo”,  o sea adjudicarle determinadas características que lo distinguen de los demás. En el terreno de la política,  etiquetar a un político, a su partido o a un gobierno como  “de izquierda” es una costumbre que, si se detiene uno a pensar, tiene actualmente una discutible justificación.  La verdad es que solo a quienes le  agraden los anacronismos pueden insistir en hablar de “izquierdas” o “derechas”  pues, en estricto sentido, deben saber que esas etiquetas se  refieren concretamente a la Asamblea Constituyente Francesa del 28 de agosto de 1789, relacionada con el veto real y más concretamente a la ubicación  física de los votantes en las graderías. A la derecha los monárquicos, a la izquierda los republicanos.

Esta disposición espacial de los votantes posteriormente  pasó a metaforizar el republicanismo revolucionario en el siglo XIX en Europa, y después a las fracciones obreristas. En la transición del siglo XIX al XX, su uso quedó ligado a los movimientos de carácter socialista y, a partir de marzo de  1919, cuando Lenin organiza la  III Internacional, queda definitivamente asociado con la denominación y definición  del comunismo.

Pero los cambios globales que se experimentaron durante los últimos 30 años, señaladamente la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS que mostró el fracaso de llamado “socialismo real” han llevado a una crisis de identidad de la autollamada izquierda; la lucha social por determinados principios y una política económica  se convirtió simplemente  en una lucha partidista y la dura lógica electoral se impuso ya que es mediante el voto que los ciudadanos eligen de entre las opciones posibles.  Seamos serios y reconozcamos: ¿a quién representan los políticos actuales sino a sí mismos o, en el mejor de los casos, a los intereses de su grupo?

lopezobrador.org

Actualmente decirse de izquierda o de derecha no significa nada. Sólo embrolla un horizonte político que vive en el anacronismo de sus léxicos legitimadores pues ya ni siquiera son palabras, sino cascajo, un decorado bajo el cual puede transitarse con engaños.

Es en realidad difícil sostener un  buen concepto de la mayoría de los autollamados “izquierdistas”, sean estos políticos, simples simpatizantes o supuestos intelectuales. Salvo escasas excepciones estos izquierdistas vienen siendo solamente unos oportunistas, demagogos, “cartuchos quemados” vividores del 68 mexicano, representantes de un pasado que no volverá y muchos aspirantes a intelectuales, personajes con sólidas anteojeras ideológicas, dogmáticos, incapaces de la menor autocrítica.

Pero, ¿es López Obrador un exponente de la izquierda? Pues solo que esta peculiar “izquierda” se caracterice por su incongruencia, ignorancia selectiva, amenazas, desprecio por la ley, insultos a las instituciones, intolerancia y  agresividad en contra de todos lo que no piensan como él. Él se considera el único dueño de la Verdad; quien no piense como él está equivocado, y de paso se convierte en su enemigo.

Concluyo: Lo que representa López Obrador no es ni remotamente lo que se consideró en algún momento como “Izquierda”. Es simplemente  ambición de poder, aderezada con intolerancia y manipulación, el retorno a la política de Echeverría, el desprecio a la legalidad, a las instituciones y a todos los que no se arrodillen ante él, verdadera reencarnación de Juárez. Es incapaz, y eso es lo más grave, de admitir sus graves equivocaciones; en su primitiva psique entiende que todos pueden fallar, pero el no  ya que su destino ha sido señalado por algo superior y él debe cumplir una misión; de ahí  lo acertado de la frase de Enrique Krauze al llamarlo “Mesías tropical”.

Ha construido una secta, que no un partido, no tiene militantes, tiene un grupo de  incondicionales resentidos. Para ellos la hora de la venganza ha llegado, algo así como el grito de los fanáticos del NSDAP  en Alemania al triunfo de su partido en 1933: “Ahora verán”.

Y si, ya lo estamos viendo.

 

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