jueves 28 marzo 2024

El secuestro del tesorero del PRI

por Julián Andrade

Alejandro Gutiérrez, quien fue tesorero del PRI, está secuestrado. Es rehén de un pleito político mayor y su caso ya está contaminado por el ciclo electoral. Su reclusión, en un penal de Chihuahua, responde a su presunta participación en el desvío de recursos para favorecer a su partido.

Al margen de las acusaciones y de las que en su momento decidirán los jueces, su situación da cuenta de las dificultades para aplicar la ley.

Gutiérrez y sus defensores han argumentado que se encuentra bajo tortura psicológica y que recibe presiones para inculpar a antiguos compañeros y en particular al exgobernador César Duarte.

Por eso parecía una buena idea el trasladarlo a un penal federal, donde las condiciones para que pueda armar su defensa sean las que cualquier acusado requiere.

Ya se había pactado la muda de cárcel, pero todo se enredó por cuestiones políticas. En el gobierno chihuahuense no quieren que se proceda a una indagatoria de la PGR sobre el delito de tortura.

Si de lo que se trata es de procurar justicia, se debería hacer un esfuerzo para que no existan dudas y para que cualquier resolución en el futuro esté apegada a derecho.
La participación de la CNDH puede ser de mucha ayuda para esclarecer lo que se refiere a los malos tratos y abusos.

Por desgracia lo que está imperando es más un afán de venganza que de justicia. La gente, no hay duda, está cansada de la corrupción y de la impunidad, pero no es con forcejos políticos como se tiene que enfrentar ese desafío. Gutiérrez es una especie de pieza de cambio, de botín mediático.

El descrédito de la política sólo ayuda a los demagogos y prepara el terreno para gobiernos más preocupados por la opinión pública que por la eficacia de sus administraciones. Ejemplos tenemos, y muy graves, en nuestro país y en nuestro continente.

Alain Minc escribió: “A más transparencia, mayor democracia. Eso es así, siempre que el juego democrático cuente con sus reglas, sus instituciones y sus estabilizadores. Y ése no suele ser el caso. Cuando el reino del derecho vacila, la sociedad tiembla y huele a confrontación social de una forma casi irresistible”.

La suerte de Gutiérrez, no nos equivoquemos, no es un asunto que sólo competa a sus responsabilidades penales, si es que las tuvo, sino a un esquema en el que tenemos que definir qué tipo de procuración de justicia es la que queremos y más aún en la lógica de un sistema garantista.

Lo que es aplaudido hoy, se puede convertir en la rechifla de mañana, como ya ha ocurrido y con muy penosas consecuencias.


Este artículo fue publicado en La Razón el 1 de febrero de 2018, agradecemos a Julián Andrade su autorización para publicarlo en nuestra página.

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