sábado 20 abril 2024

El gran solitario de Morena

por etcétera

FOTO: MISAEL VALTIERRA / CUARTOSCURO.COM

Más problemas con López Obrador y su egoísmo compulsivo disfrazado de beneficencia pública. Todavía no tiene constancia oficial de ser el presidente electo y ha comenzado a manifestar de modo contundente su voluntad de retorno al “presidencialismo priista”, todo lo quiere centrar en él y sus caprichos y ocurrencias. Reparte cargos y toma decisiones sin consultar con nadie, nomás por sus pistolas, porque de veras se siente iluminado por la historia y la voz del pueblo, es decir, de verdad delira esquizofrénicamente en forma populista.

Parece estar de verdad convencido de que él posee “la verdad absoluta” sobre todo lo que tenga que ver con México, y con ello nos deja entender que carece de la capacidad para dialogar, es incapaz de reconocer al otro como otro, como un igual: no lo escucha. Todo indica que López Obrador vive completamente encerrado en la fortaleza vacía de su conciencia enajenada. Para él, todo aquel que lo refuta, cuestiona o duda de sus postulados o decisiones, es alguien que se encuentra equivocado y sus opiniones en contra del Gran Líder sólo son un síntoma de su “ignorancia”, todo lo que se necesita es llamarle la atención y sacarle del error para que obedezca sin chistar al Guía de Morena.

Para la opinión pública libre, López Obrador no da muestras de ser un gobernante democrático y dispuesto a reconocer la diversidad y los puntos de vista contrarios al suyo. Él y la camarilla que lo rodea y adula lo han hecho creer que México entero lo ha convertido en el amo supremo de la verdad histórica y política, y por eso no dialoga con nadie, sólo sabe dar órdenes e imponer su postura a como dé lugar. Su interés primordial como gobernante totalitario se encuentra lejano de compartir el poder con otros; su interés es dominar al otro por completo, y su discurso se encamina hacia tal objetivo todo el tiempo, enunciado por enunciado y gesto por gesto; pues para López Obrador el “conocer” de verdad lo que el pueblo bueno quiere es tener todo el “poder” para él solo, el “poder” de imaginar-se que controla y predice la realidad y al otro.

De veras cree ser un profeta mesiánico, tal es su delirio crónico, cree que su conciencia expresa lo que México quiere y necesita. Así de encerrado en sí mismo está el gran solitario de Morena.

El hombre que transcurre su existencia con la intención de dominar sólo es un sofista, un engañador engañado, que todo el tiempo está hundiéndose en el estado de ignorancia más grande: el de imaginarse que sabe lo que no sabe. Hay que aclarar entonces que la ignorancia del protodictador López no es un estado de carencia, es un estar inundado de opiniones y creencias en las cuales se confía porque sí y que se aceptan ciegamente sin ninguna crítica, duda o pregunta. Los que se creen amos del discurso, como le pasa a López Obrador, todo lo digieren con voracidad y sin degustar lo que se consume, lo importante es llenarse a como de lugar de información para convencerse de que se “sabe”.

Sócrates, el de los Diálogos de Platón, le decía al sofista Gorgias: “Gorgias, aquí puedes traer a los siete sabios de Grecia, puedes traer a Pericles, puedes traer además todos los griegos juntos y hacer que todos juren que tú tienes la razón y sin embargo, Gorgias, eso no demuestra nada; lo que tú sostienes lo tienes que demostrar tu mismo.” Porque los gobernantes sofistas o demagogos populistas se refugian en conceptos huecos como la tradición, las autoridades, los buenos resultados del pasado y así siempre están encerrados en el pasado mitológico como determinante de la “verdad”, que sólo es “su verdad” de ellos. Su deseos egomaniacos los convierten en dogma, se enajenan, consumen sus deseos y creencias sin cuestionarlos para nada, sin dudarlos, y, en las confrontaciones, decir que hacen lo que el pueblo les dicta es poseer “la verdad”, “lo indiscutible”.

Luego el culto a la personalidad del Líder Máximo hace de la fidelidad al partido una garantía de verdad, cosa que se empeora cuando el partido y el Señor Presidente se hacen de tanto poder como el que tiene López ahora. El dogmatismo populista siempre tiene esa característica, cree que la fidelidad a un fundador es un criterio de verdad, y que por lo tanto el Caudillo es el emisor de la verdad y la honestidad, o sea, el que determina la garantía de verdad de un hecho.

Esta actitud frente al conocimiento de la verdad evidencia la incapacidad de saber que no se sabe; actitud que difiere de la que mantiene aquella persona que se atreve a reflexiona por cuenta propia, de aquel que sigue un camino para el desvelamiento de lo injusto para la libertad y la democracia. Actitud que le concede al ciudadano crítico la capacidad de reconocer al otro como otro, y así lo evidencia en el diálogo, el cual en él es un compartir-se no un imponer-se, es un decir y un dejarse decir, que abre una vía positiva hacia la auténtica transformación de la realidad. El conocimiento, para el ciudadano que es soberano de sí, es práctico, útil para la vida y lo conduce hacia la felicidad y el placer, es un camino que se recorre amorosamente para el cuidado de su conciencia, para librarla de las perturbaciones reaccionarias y dictatorial que residen en ella, de ahí que el conócete a ti mismo sea el conocimiento más importante para lograrlo.

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