viernes 29 marzo 2024

El domingo del Presidente

por Javier Solórzano

El Presidente no sólo mantiene altos niveles de popularidad también mantiene intocado su músculo político. Difícilmente le va mal en la plaza pública que, sin duda, es su hábitat natural.

Seguramente el domingo había acarreados, pero esto no le quita un ápice a la fuerza y representatividad del acto en que López Obrador celebró su primer año de gobierno.

El Presidente sabe muy bien que el mejor escenario en que se puede encontrar y desarrollar es el de la plaza pública. Es lo que le gusta y domina porque está más que probada su capacidad y efectividad comunicativa. Igual puede leer un largo texto que improvisar y por lo regular le va muy bien.

Difícilmente se le interrumpe y cuando esto sucede se debe a los aplausos, las vivas o las arengas, las cuales él mismo se encarga de echar a andar.

Lo que también quedó de manifiesto el domingo es el gran fervor que le tienen sus furibundos seguidores. Todo lo que dice el Presidente es reconocido y festejado. Las pruebas de cariño y cercanía son una constante en todos los actos públicos en que participa.

La gente lo sigue muchas veces sin necesariamente atender a detalle sus discursos, lo que muchas personas quieren es verlo buscando acercarse a él lo más que se pueda. La gente lo ve con enorme fe, lo que a menudo tiene que ver con el contenido de sus discursos, como sucedió en varias ocasiones el domingo.

Sus referencias al siempre inquietante maniqueísmo de buenos y malos a mucha gente le termina por gustar y acomodar porque para ellos el Presidente concilia lo bueno, algo así como el deber ser, lo que deriva en que quien no está con él se convierte en muchas ocasiones en el malo o los malos.

El discurso presidencial del primer aniversario de su gobierno ofreció información, resultados y una dosis de cuentas alegres. Su alocución fue también de nuevo un ataque al pasado con pasajes profundamente religiosos.

Lo que no pudo evitar fueron de nuevo las muchas referencias a sus adversarios y a los conservadores, quizá más que no pueda no quiere ni lo hará. De alguna u otra forma su pensamiento está siendo cada vez más lineal en donde no caben los que piensan diferente de él. Su discurso en este sentido cada vez más permea, lo que inevitablemente lleva a ahondar las diferencias entre nosotros. Es un líder particularmente mediático, reconocido, muy cercano a la gente, controvertido, con un discurso que ahonda diferencias y que cada vez tiene más pasajes de religiosidad.

No pareciera que esta tendencia vaya a cambiar, a pesar de que a veces da la impresión que busca conciliar y cohesionar, pero al final le sale su espíritu de candidato y de agitador político.

La amplia cobertura que tuvo el acto del domingo confirma que más que el Presidente necesite a los medios son éstos los que necesitan a López Obrador, quien materialmente está metido hasta la médula en el imaginario colectivo.

Al Presidente le fue muy bien el domingo. No sólo por el multitudinario y ruidoso acto sino también por la cobertura que se le otorgó tanto en redes como en medios de comunicación. A esto sumemos que se encontraba ante una audiencia cautiva y entregada en medio de la fiesta en que todo se celebraba.

Pueden gustar o no estos actos, pero no hay duda que al Presidente le resultan positivos y favorables, no tendría por que cambiar la fórmula.

Todo indica que lo que tampoco va a cambiar es el tono y contenido de sus discursos. No va a dejar de ser rijoso ni va a dejar de señalar y fustigar a sus “adversarios”, que entre 3 mil y 5 mil también salieron a la calle el domingo y a los cuales no debe menospreciar porque pian pianito se van sumando.

RESQUICIOS.

La encuesta de ayer en La Razón ratifica la gran popularidad del Presidente, pero también muestra una dividida opinión en cuanto a resultados en combate a la delincuencia, disminución de la pobreza y lucha contra la corrupción. Lo que se mantiene intacto es la esperanza ciudadana en el mandatario.


Este artículo fue publicado en La Razón el 3 de diciembre de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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