martes 19 marzo 2024

El aspiracionismo por una Vivienda digna

por Mariana Moguel Robles

El presidente López Obrador ha dicho que el aspiracionismo produce mucha infelicidad. ¿Será que aspirar a una vivienda digna es cosa del diablo y nos hará desdichados? ¿Y si la supuesta aspiración fuese un derecho? Lo cierto es que en el mundo hay casas de todos los estilos y formas, hay casas grises y de otros colores, igual que en México, claro, pero en nuestro país hay millones de moradas que son pequeñas, humildes e inconclusas; algunas están techadas con lámina enchapopotada, metálica y hasta de asbesto —que ya es mucho decir. 

Las hay improvisadas, con cimientos incipientes que auguran mejores épocas; muchas personas mueren sin haber tenido el placer de ver concluida su casa. En México, muchas familias tardan generaciones a fin de medio completar la construcción de su hogar. Algunas empresas familiares inician con la adquisición del terreno —que ya requirió un número considerable de años invertidos en esfuerzo—, después sigue la cimentación, el levantamiento de paredes, trabes, castillos, losas, plomería, acabados…

Para millones de mexicanos, acceder a una vivienda digna requirió del apoyo de organizaciones de la sociedad, gobierno e iniciativa privada. Hábitat México es una organización de la sociedad civil sin fines de lucro dedicada a promover el reconocimiento de la vivienda como un derecho humano fundamental; desarrolla comunidades, moviliza recursos públicos y privados, y convoca a voluntarios para que las familias de escasos recursos económicos puedan tener acceso a una vivienda adecuada. 

En su sitio web menciona que, tras veintinueve años de trabajo, había apoyado a más de 345 mil personas con más de sesenta y nueve mil soluciones de vivienda, en más de mil quinientas comunidades en veinticuatro estados del país (estamos hablando que son números de 2018).

“La vivienda adecuada es una necesidad básica, es el lugar de refugio que necesitan las personas para protegerse, resguardarse de las inclemencias del tiempo, preservar su intimidad, y en la mayoría de los casos, representa el lugar de asentamiento no sólo de personas individuales, sino de núcleos familiares. Es una necesidad humana básica, como el alimento, el abrigo o el descanso” —asienta la organización en su página web. 

Y nos recuerda que el derecho a la vivienda está reconocido en diversos instrumentos internacionales: el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que en su artículo 11 dice: “… derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados…”.

Lo mismo se encuentra entre los Derechos del Niño (artículo 27 de la Convención), la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (artículo 5) y en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (artículo 14).

Por otra parte, el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos menciona: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), alrededor del 40 por ciento de los mexicanos carecen de una vivienda adecuada, ya sea que no cuenten con una, vivan en condiciones de hacinamiento o sin servicios, o su vivienda esté construida con materiales inadecuados. 

El tema de la vivienda había contado con políticas públicas de subsidio y transferencia; es decir, estaba enfocado mayormente en las personas que contaban con un empleo formal. En lo que va de la administración del presidente López Obrador, las familias han visto reducidas sus posibilidades de adquirir una vivienda, pues se eliminaron los subsidios creados durante la, tan señalada, época neoliberal. 

La propuesta del Gobierno Federal fue activar el Programa Nacional de Vivienda 2019-2024 (PNV). La meta era que, a través de una serie de ejes y acciones de distintos organismos de gobierno, más de cinco millones de familias tendrían un hogar. Recordemos que la rectoría de vivienda está a cargo de la Secretaría de Desarrollo Agrario y Territorial (SEDATU).

De acuerdo con el gobierno, la misión de la Sedatu es “contribuir al desarrollo nacional y sectorial, mediante el diseño, elaboración, instrumentación y difusión de políticas públicas y estrategias que consideren criterios de innovación y detonen el aprovechamiento de la vocación y potencial productivos del territorio, la generación de vivienda digna y decorosa”.

Recordemos que el Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio 2022 sufrió un recorte de 32% en el rubro destinado a los programas federales para garantizar una vivienda digna. Y precisamente, esta disminución de recursos afectó de manera significativa la operación de los esquemas a cargo de la Sedatu, a quien se le asignó la cantidad de 9 mil 612 millones de pesos para cumplir con su quehacer.

Es preciso señalar que, de acuerdo con un análisis de la organización México Evalúa, en diez programas sociales del gobierno federal se reportaron sobregastos por 59 mil millones de pesos; los programas de apoyo a mujeres, vivienda, salud urbanización y deporte fueron los más afectados por los recortes.

Mientras millones de mexicanos continúan en la exigencia de su derecho a una vivienda digna, seguiremos atentos a los resultados del Programa Nacional de Vivienda 2019-2024 del gobierno federal; sin duda, serán sorprendentes.

También te puede interesar