sábado 20 abril 2024

El año que vivimos con Covid

por Javier Solórzano

La pandemia, la sana distancia, el cubrebocas y las vacunas han sido los grandes actores de este año.

Se metieron en nuestras vidas de manera incontrolable cambiando hábitos y relaciones sociales. Lejos estamos del final, lo que hemos hecho es tratar de adaptarnos y resolver nuestras vidas en la medida del conocimiento que se ha construido sobre el virus.

El otro gran actor es sin la menor duda la ciencia y las y los científicos. Sin ellos estaríamos en condiciones brutales en medio del contagio y la muerte como forma de vida. Si hoy estamos en condiciones particularmente adversas sin el conocimiento científico estaríamos en la lona.

El absurdo de referir al trabajo científico del pasado como “ciencia neoliberal” lo único que provocó es que muchos científicos optaran por tomar distancia del Conacyt y de su directora; en esta estratégica y trascendente área también prevalece la polarización.

Como fuere, a lo largo del año hemos visto cómo destacados científicos, doctores y doctoras se han convertido en un factor fundamental en el proceso informativo. Sus participaciones en podcasts junto con las muchas entrevistas que han concedido le han permitido a la sociedad tener información que permita tener más elementos para saber qué hacer y cómo actuar.

Esta dinámica ha sido de gran utilidad, la cual va de la mano de la en ocasiones contradictoria información del Gobierno.

Ha sido el año de la pandemia por más que entre nosotros esté la figura de un Presidente omnipresente. Si bien López Obrador es el otro gran actor del año, las mañaneras se encargan de colocarlo en el radar del imaginario colectivo, Covid-19 acabó por acaparar toda nuestra atención entre contagios y la muerte.

Si en un primer momento la pandemia nos parecía lejana hoy es ya parte de nuestra cotidianidad. Está entre nosotros, nuestras familias, nuestros amigos y nuestros vecinos; la muerte ya nos ronda. Quienes dudan de ella lo que hacen es acercarse peligrosamente al contagio y la muerte.

A todos nos ha cambiado la vida. Lo que viene sigue siendo inédito, Joe Biden lo ha definido como más días oscuros. Las vacunas son una ténue luz al final del túnel. El gran problema para países como el nuestro va a estar en la distribución. Sin una base de datos precisa habrá enormes dificultades para aplicarlas, sobre todo en el campo.

Este final de año nos debiera llevar a la reflexión y al recuerdo. Muchas personas han fallecido, es probable que tengamos información precisa de sólo el 70% de lo que sucede. Se espera que en febrero o marzo la cifra de personas fallecidas se incremente entre un 20 a 25%, en función de que se tenga más información y de lo que ya se está viviendo ante la agudización de la pandemia.

La reflexión deberíamos dirigirla hacia lo que hemos hecho, lo que ha hecho el Gobierno y lo que se puede venir. Debemos asumir que la vacuna es la solución, pero en lo que le llega a todo el país se asegura que muchos hospitales de la capital podrían colapsar.

El año ha sido realmente difícil, intimidante, ha logrado sacar nuestros máximos temores y nos ha hecho sentirnos profundamente endebles.

Las cosas no van a cambiar de un día otro, pero vendría bien que estos días sean de pausa y reconocer que seguimos en medio de situaciones inéditas, las cuales no van a cambiar del 31 de diciembre al primero de enero.

Sin embargo, surgen signos en medio de las contradicciones oficiales que vislumbran un futuro de menos incertidumbre.

RESQUICIOS

Dice el Presidente que a la alianza Va por México “lo que más les importa es quitarnos el presupuesto. O para decirlo con más claridad: quitarle el presupuesto a los pobres, lo demás es secundario”. Suponemos que a los de la alianza les debe quedar claro lo que les viene.


Este artículo fue publicado en La Razón el 24 de diciembre de 2020. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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