jueves 28 marzo 2024

Dudan, no creen y desconfían

por Carlos Urdiales

Cada uno de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos por policías municipales en Iguala la noche del 26 de septiembre, es protagonista, víctima de la brutalidad, de la violencia en su más amplia acepción. Luego de los 43, están sus padres huérfanos de hijos desde hace casi un año. Después los criminales confesos, la Ardilla, el Gil y otros. Por ahora.

Y al lado de todos, brillan otros, los representantes, los voceros, los defensores, los que a nombre de las víctimas directas e indirectas, dudan, azuzan, no creen, desconfían. No saben más, pero no creen en la autoridad porque ¿quién en su sano dolor cree en ella?

El luto sin fin de los padres merece cuando menos, acompañamiento solidario. Lo que no se merece ni el luto, ni la memoria de los 43, es la ventaja que sacan abogados, casas que viven bajo membretes de ONG, políticos profesionales con calidad de exportación que desde la CIDH hacen de la causa, una nueva herramienta para ganar influencia, notoriedad, poder y algo más de eso que nunca sobra, delegaciones que van y vienen ocupando dineros ajenos y que nadie les puede negar so pena de ser señalados como: cómplices, ladrones de la verdad.

De esa verdad que ellos necesitan como leitmotiv para subsistir. Estados represores y asesinos por añadidura. Pero carecen de las pruebas. Únicamente les falta documentar, articular con verosimilitud, por qué el PRI encubriría a personajes del PRD.

Del informe del GIEI de la CIDH vale la línea del narco que trafica heroína de Iguala a Chicago, vale la teoría del encubrimiento a personajes del ámbito local y federal, policiaco y político que estarían metidos hasta salva sea la parte, pero nada, nada desvirtúa hasta el momento, las aprehensiones, los procesos en curso contra 115 personas.

Tampoco el informe del GIEI desmonta los peritajes científicos sobre la quemazón humana en el basurero de Cocula. Una visita de 20 minutos meses después de aquella negra noche, sólo se sustenta en esa veta del lucro emocional, político e incluso financiero. No creen, no piensan, no les late.

La estridencia permanece y se sobrepone a la dureza de pruebas mejor estructuradas. Sí pudieron quemar muchos cuerpos ahí. Pero el enunciado “no fue posible” embona con la desconfianza y descrédito sobre lo oficial, lo del gobierno, de éste y de todos los tiempos.

A la reunión de hoy con el Presidente y su comitiva, los padres de los 43 asisten con dolor, rabia y desencanto. Les asiste la razón. Mandaron a sus hijos para que salieran maestros (activos y combativos también) pero nunca más los han de volver a ver.

Acompañar y entender su luto toca. A los otros, vale exhibirlos. Perversos los criminales. Sinvergüenzas los profesionales que lucran con penas ajenas, pero compartidas.

 


 

Este artículo fue publicado en La Razón el 24 de Septiembre de 2015, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página

 

 

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