jueves 28 marzo 2024

Ductos para servicios públicos, una propuesta

por Gerardo Soria

La Unión de Alcaldías de Oposición de la Ciudad de México manifestó el lunes que pretenden ejercer acciones legales para “meter en orden a las cableras que se han apoderado del espacio aéreo y subterráneo de la Ciudad de México sin que nadie les ponga un hasta aquí”. Según ellos, tienen atribuciones para emitir un bando que imponga regulación especial para las empresas de telecomunicaciones alámbricas.

Vayamos por partes. Es cierto que los cables de electricidad y telecomunicaciones aéreos, colgados principalmente de postes de la CFE, se ven muy feos, pero también es cierto que las antiguas delegaciones políticas, hoy alcaldías, y el gobierno central de la Ciudad de México, han permitido la instalación de tuberías de agua, gas, cable, fibra, drenaje y alcantarillado, sin ningún orden desde hace más de medio siglo. El día de hoy no hay planos de todos los sistemas y redes subterráneas de la capital y nadie sabe lo que se puede uno encontrar ahí abajo. Lo mismo puede ser un ducto de Pemex que tuberías de agua potable. Ni la red misma de agua potable esta bien mapeada y ubicada. El crecimiento fue anárquico y lleno de corrupción, fomentada principalmente por las delegaciones y el gobierno central.

Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, cuando la Ciudad de México era todavía el Departamento del Distrito Federal, hubo un ambicioso proyecto para que empresas privadas se encargaran de cartografiar toda la red de agua potable y alcantarillado de la ciudad, renovar tuberías y desagües en mal estado u obsoletos, nivelar alcantarillas y banquetas, reponer rejillas para impedir el ingreso de basura, hojarasca y roedores al drenaje, atender en tiempos muy estrictos los reportes de fugas de agua y hacer las reparaciones correspondientes. Hubo muchas empresas interesadas y cuatro ganaron la licitación. Después, sindicatos y burócratas hicieron todo lo posible para impedir la ejecución de los contratos y así poder seguir haciendo negocio con esos trabajos encomendados al compadre y no a empresas profesionales, además del criminal uso político del suministro de agua.

La infraestructura subterránea de la CDMX es quizá un caos superior al que se puede ver en los postes de CFE. Los ductos de Telmex, aunque formalmente están disponibles para el resto de las empresas, en la práctica no se pueden usar por infinidad de pretextos que el Instituto Federal de Telecomunicaciones no se toma siquiera la molestia de investigar, así es que el único derecho de vía disponible para redes de telecomunicaciones distintas a Telmex son los postes de CFE.

Es cierto, la Ciudad de México (y todas las demás) tienen un problema que debe solucionarse, pero pensemos en estrategias creativas que permitan ganar a todos, principalmente a los habitantes de la ciudad. El gobierno central de la CDMX, en coordinación con las alcaldías, podría implementar proyectos de asociaciones público privados para que con apoyo de la inversión privada se pueda regularizar las redes del subsuelo, instalando nuevos ductos y canalizaciones que puedan ser utilizados por todos los proveedores de servicios públicos: agua, electricidad, gas y telecomunicaciones (evidentemente con estrictas medidas de seguridad). Los modelos pueden ir desde inversiones conjuntas hasta la creación de empresas independientes de infraestructura pasiva (ductos y canalizaciones) que presten servicios a las redes que quieran usarlos, así como las empresas de torres de telefonía celular lo hacen con las concesionarias del servicio móvil. Son empresas autosuficientes y rentables.Me parece que un modelo así puede ayudar a resolver el problema de la anarquía en cableados y redes aéreos y subterráneos, racionalizaría el uso del espacio público, evitaría el grave desperdicio de agua potable, permitiría a las empresas de gas y telecomunicaciones ampliar su oferta de servicios y sería una fuente de ingresos para el gobierno de la Ciudad de México y las propias alcaldías. Resolvamos los problemas de fondo y con inteligencia. Sé que a los políticos les gusta hacer cosas llamativas en poco tiempo para impulsar sus carreras en lugar de embarcarse en proyectos de mediano plazo que no les permitan a ellos colgarse la medalla. Es hora de ver qué clase de alcaldes tenemos y saber si pueden estar a la altura del reto.


Este artículo fue publicado en El Economista el 20 de abril de 2022. Agradecemos a Gerardo Soria su autorización para publicarlo en nuestra página.

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