viernes 29 marzo 2024

Día de campo (santo)

por Aurelio Contreras Moreno

En cualquier país, una pifia cometida por un servidor público que denote insensibilidad y falta de capacidad para desempeñar su cargo es sancionada de inmediato con su remoción. Menos en México, por supuesto, donde se viola la ley, se burla a las víctimas y no pasa nada.

Y es que resulta inverosímil que a esta fecha, Roberto Cabrera continúe cobrando como comisionado Nacional de Búsqueda de Personas, tras el papelón que vino a hacer la semana pasada en el estado de Veracruz.

Haciendo gala de una descomunal inconsciencia, el imberbe funcionario del Gobierno Federal se dio una vuelta por el paraje en donde la administración de Miguel Ángel Yunes Linares dio a conocer la localización de los restos de por lo menos 175 personas, y cuya ubicación exacta sigue ocultando hasta la fecha por motivos inexplicables.

Obviamente el problema no es que el Comisionado Nacional de Búsqueda de Personas de la Secretaría de Gobernación acudiera al lugar en el que se registraron estos hechos. Al contrario, eso se enmarca dentro de su responsabilidad pública. Lo que resulta increíble es que con una frivolidad soez se le hiciera fácil posar para una foto de grupo, sonriendo y como si estuviera de excursión, en un lugar donde se cometieron crímenes monstruosos e incluso podría haber más restos de personas enterrados. Quizás, exactamente debajo de donde se le ocurrió que sería “buena onda” registrar un “recuerdito” del paseo.

La calaña de los acompañantes de Cabrera explican en parte esta actitud: no podían ser otros que el fiscal General del Estado, Jorge Winckler Ortiz, y el fiscal especial para la Atención de Denuncias por Personas Desaparecidas, Luis Eduardo Coronel Gamboa. Los mismos a los que hace unos meses, también se les hizo fácil tomarse una foto posando con su equipo de futbol soccer, al que le pusieron por nombre “Desaparecidos”. Por lo visto, lo pendejo sí puede ser contagioso.

No es exageración. Roberto Cabrera también creyó que sería buena idea publicar esa foto en redes sociales. En particular, en su cuenta de Twitter, en la que ostenta su cargo en la administración federal y que por lo tanto es oficial. Ahí escribió: “En compañía del Fiscal General @AbogadoWinckler, el Fiscal Especializado @lecoronelg, y el titular de Servicios Periciales, realicé un recorrido por el lugar donde han sido localizados los restos de al menos 175 personas. Reconozco el trabajo de todo el equipo la @FGE_Veracruz”.

Como era de esperarse, cayó un aluvión de críticas en contra del funcionario del gobierno de Enrique Peña Nieto por un acto que, en los hechos, constituye una burla hacia los familiares de las víctimas. De los dos estatales ya ni siquiera causa extrañeza. Ambos se solazan en su sevicia consuetudinariamente.

Un día después de la más que desafortunada imagen, en la página de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas se publicó el registro fotográfico de un catálogo de prendas encontradas en las fosas, recopilado por la Fiscalía General del Estado y que no se había dado a conocer. Entre lo encontrado en ese campo de la muerte hay ropa de niño, incluso de bebé.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, entre el 1 de enero de 2017 y el 30 de agosto de este año, se han localizado 163 fosas clandestinas en el país. El estado de Veracruz encabeza la lista con 37. Un horror que no parece tener fin.

Pero mientras en Veracruz se vive una verdadera tragedia humanitaria, las autoridades estatales y federales encargadas de investigar estos crímenes espantosos, prefieren hacer un día de campo encima de las víctimas.

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