viernes 19 abril 2024

Después del sismo: ejes de la reconstrucción

por Ricardo Becerra Laguna

¿Cuál es la Ciudad de México realmente existente? ¿Hacia dónde se mueve su demografía, su economía, sus viajes, antes y después del sismo?  O dicho de otro modo: ¿Qué es lo que no puede dejar de atender el programa de reconstrucción al que se comprometió el Jefe de Gobierno?

Gracias al Centro GEO (institución pública adscrita al Conacyt) son estas cinco:

Uno: la Ciudad y el Gobierno necesitan ahora más que nunca una agenda del territorio y no solo una agenda del desarrollo urbano. La vida de la Ciudad de México se mueve y gira en torno a distintos territorios (nueve territorios) que no siempre convergen con las demarcaciones administrativas, ni con los límites de los antiguos pueblos y que, sin embargo, ya constituyen sistemas socio-ecológicos bien diferenciados.

La Ciudad es en realidad un agolpamiento de distintas semi-ciudades que interactúan, pero que tienden a conformarse y a reproducirse desde su lógica interior.

Dos. El hecho de que el peligro mayor para las áreas de conservación de la Ciudad (extensas y muy delicadas), en donde se recargan los mantos acuíferos, se limpia el aire gracias a sus bosques y se previenen inundaciones por la propia retención de lluvia, no es tanto el boom de los asentamientos humanos (como se ha creído hasta hoy), sino la expansión y la extensión de la actividad agrícola. Esta es una discusión de la mayor importancia que exige una clara política y una definición más categórica sobre la vocación de la ciudad.

Tres. En los últimos años hemos hablado de movilidad como un asunto central. Pero detrás de este concepto, está su verdadera fuerza propulsora de la que casi nunca se discute: el empleo, o más propiamente, la búsqueda y el traslado hacia las actividades de  subsistencia de los ciudadanos. Según GEO, el viaje al centro de trabajo y la búsqueda de empleo explican como ningún otro factor, la dinámica de la movilidad de la Zona Metropolitana y por lo tanto, es la pieza que puede cambiar a largo plazo, los patrones de movilidad de millones. La geografía del empleo que produce la Ciudad, explica la saturación y la enorme cantidad de viajes dentro y alrededor de la Metrópoli. Por lo tanto, cambiar los patrones de movilidad es, necesariamente, cambiar los patrones territoriales del empleo.

Cuatro. La Megalópolis está dejando de ser una aglomeración urbana compacta, un centro que crece en círculos adheridos, como en espiral. La gran mancha urbana se seguirá expandiendo sí, pero a partir de ahora de una forma más caótica, en una multiplicidad de poblaciones, archipiélagos separados, ubicados sobre todo entre la Ciudad de México e Hidalgo, iniciando a unos kilómetros de la delegación Gustavo A. Madero. Nuestro futuro inercial no será una mancha continua, sino satélites poblacionales que van a acelerar el cambio climático, el estrés hídrico y provocarán nuevas “islas de calor”, a donde los servicios urbanos serán más difíciles de llevar y de planificar.

Quinto. Finalmente: el avance del asfalto. El aire, las dinámicas poblacionales, la exigencia de servicios urbanos que construyen esas inmensas planchas grises no solo reflejan más calor, sino que influyen en la vida de la llamada “cuenca atmosférica”. Con un crecimiento del asfalto, sin planificación ni cuidado, estamos también sellando las filtraciones naturales hacia los acuíferos del subsuelo. Por ello, estamos ante la puerta de un futuro incierto, provocando más temperatura y un microclima más errático, con fuertes problemas de salud pública por calentamiento inusual y dinámicas insustentables.

Después del sismo: una nueva política de gestión y de masiva inversión hidráulica; territorio; una definitiva salvaguarda del suelo de conservación; el empleo y su régimen de traslado y movilidad; nueve ciudades dentro de la CDMX y menos asfalto que impiden la recarga del acuífero.

Cinco temas ineludibles de la reconstrucción de la Ciudad, no para mañana, sino para lo que resta del siglo.


Este artículo fue publicado en La Crónica de Hoy el 12 de noviembre de 2017, agradecemos a Ricardo Becerra Laguna su autorización para publicarlo en nuestra página.

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