viernes 19 abril 2024

Desobedecer

por Tere Vale

Imagen: Un Mundo Feliz/Tamtampress.es/Edición: etcétera

Definitivamente y parafraseando a Ortega y Gasset: yo soy yo y mi circunstancia. Y bueno, más allá de la cita muy controvertida, conocida y mencionada, como psicóloga debo decir que esta humana que hoy soy es el resultado de una complejísima combinación de aspectos biológicos y un entorno puntual que sin duda me ha determinado y sigue haciéndolo, porque en esta cosa tan extraña que es la vida, lo único permanente es el cambio.

Y eso nos pasa absolutamente a todos. Sí, hay procesos psicológicos universales, pero cada uno de nosotros vivimos en un momento histórico concreto que nos moldea y hace ser como somos.

Y por eso creo cada vez más que los fenómenos sociales se tienen que analizar también desde la perspectiva de los individuos que van integrándose y transformando a los conjuntos. En ese sentido, coincido con Fromm o con Malinowsky en cuanto a la importancia de los individuos para la organización social.

Conste que me echo todo este rollo dado el fenómeno social que estamos viviendo y que está afectando desde luego la estructura de nuestro carácter: una pandemia, una megacrisis económica, un gigantesco cambio tecnológico y…por si nos faltara algo, un populista en el gobierno de nuestro país. ¡Está muy cañón!

Quizá no nos hemos dado cuenta, pero vivimos el boom de la irracionalidad. La mayoría de las decisiones que toma el presidente son irracionales y lo más terrible: son aprobadas por un porcentaje importante de la sociedad contagiada del síndrome de la falta de razón que aprueba con entusiasmo cuanta tontería se le ocurre a ya saben quién en un momento de por sí catastrófico. Qué fuerte…

Retomando a Fromm, diría que se trata hoy (en medio de la confusión producida por la adversidad) de “estandarizar a la sociedad”: todos tenemos que pensar igual, todos tenemos que parecer iguales y, lo más grave, todos tenemos que callar y obedecer. Al individuo que se atreve a ser, parecer o pensar distinto hay que aislarlo, señalarlo y de ser posible, desaparecerlo. Por ese camino andamos.

En estas circunstancias es fácil comprender por qué los uniformados tienen tanto éxito en el actual gobierno y cómo han llegado a responsabilizarse de un gran número de tareas que no les corresponden. Son los empleados perfectos, ya que como diría Mussolini: “para lograr el triunfo, solo hay que creer, obedecer y trabajar”.

Imagen: Héctor de la Garza “Eko”. Artista gráfico mexicano.

De tal suerte que todos los individuos deben de subordinarse a los intereses del Estado y nada de andar pensando diferente, porque las libertades políticas o ideológicas no están bien vistas o de plano quedan prohibidas. Estamos tan preocupados por sobrevivir a tantos males que nos aquejan, que la militarización que vive nuestro país la mayoría o no repara en ella, o apenas le inquieta.

Termino con una reflexión textual de John Dewey, psicólogo y filósofo estadounidense, que en 1940 expresó:

“La amenaza más seria para la democracia no es la existencia de Estados totalitarios, es la existencia en nuestras propias actitudes personales y en nuestras instituciones de aquellos factores que han estructurado la disciplina, la uniformidad y la confianza en el líder, con la renuncia implícita de nuestra libertad”.

En fin, me preocupa seriamente que en muchos exista inconscientemente un ansia de sumisión y, por otro lado, en el llamado líder un afán de poder; esta es una combinación letal para la democracia y las libertades en México.

Parecería que por momentos los humanos quisiéramos liberarnos de la responsabilidad de la razón.

Desde luego yo no voy a hacerlo. No quiero ser cómplice pasivo de nadie, prefiero la diversidad: pensar y desobedecer.

 

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