jueves 28 marzo 2024

Desde SCT sorprenden al presidente con información falsa

por Gerardo Flores Ramírez

Llamó poderosamente la atención que en su conferencia mañanera del martes 18 de agosto, el presidente López Obrador se hubiera referido a la prórroga de la concesión otorgada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) a la Administración Portuaria Integral de Veracruz, S.A. de C.V. el 6 de julio de 2018, por un plazo de 50 años adicionales al plazo original, que vence en 2044. Lo hizo en el contexto de una arenga sobre el que se hubiere declarado la guerra contra el crimen organizado, pero que no se actuara en contra de los que él considera delincuentes de cuello blanco. En ese momento expresó “el que otorga un contrato para que una empresa maneje el puerto de Veracruz cien años, ¿qué, cómo se le llama a eso? O sea, un bien público que se entrega por cien años, ¡me acabo de enterar!” y todavía agregó “hay que buscar que se revoque ese contrato”. A pregunta expresa de una reportera por el nombre de la empresa, respondió “no voy a darla a conocer ahora”. Todavía un poco más adelante, declaró con determinación “bueno, para ser más precisos, me enteré hoy en la mañana, de lo del puerto”.

El miércoles 19 siguió con el cuestionamiento sobre esta concesión, al grado de que proyectó frente a quienes acuden a hacerle preguntas a ese ejercicio de propaganda mañanera el contenido de la resolución de la SCT por la que se resolvió el otorgamiento de la prórroga que criticó un día antes. No pretendo entrar a revisar los méritos de la prórroga en sí misma, que aparentemente cumple con el marco legal aplicable. Lo que me llama fuertemente la atención es el desconocimiento absoluto con el que el titular del Poder Ejecutivo se refirió a este tema, desconocimiento que se desprende de la ignorancia con la que actúan quienes le reportaron este asunto desde la SCT a su jefe. Lo afirmo porque extasiados por el descubrimiento que habían hecho de esta cuestionada prórroga -vista así desde el chato punto de vista de los funcionarios novatos- pasaron por alto un pequeño detalle: la empresa que ahora es objeto de su insidia es propiedad del Estado mexicano, vamos, es lo que se denomina una empresa de participación estatal mayoritaria.

Tan está bajo el control del gobierno, que año con año, en el paquete económico que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) somete a la aprobación del Congreso de la Unión, concretamente en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) que debe discutir y en su caso aprobar la Cámara de Diputados, dentro del ramo administrativo correspondiente a la SCT, y en la parte correspondiente a las empresas de participación estatal mayoritaria, entre las que se ubican todas las empresas con la denominación Administración Portuaria Integral, del puerto de que se trate, se presenta el proyecto de presupuesto para cada una de ellas, en el que se prevé que serán recursos propios, generados por la operación de la concesión, lo que servirán como fuente del gasto que se presupuesta.

De hecho, en sus reportes sobre el ejercicio del gasto, la SHCP incluye de manera específica lo ejercido por mes por la Administración Portuaria Integral de Veracruz, S.A. de C.V., que de acuerdo con esos reportes, a junio de este año, había ejercido ya un gasto neto por 848.9 millones de pesos. Todo esto significa que esa empresa es una empresa bajo el control del gobierno de México, y que no es ninguna empresa privada que esté saqueando nuestros recursos. Lo hace como muchas otras empresas que controla el estado mexicano y que funcionan bajo el régimen de concesión, no hay nada extraño en eso.

Con todo lo anterior, lo único que quiero resaltar es el penoso episodio que desde SCT provocaron al presidente por transmitirle información errónea o fuera de contexto. Es inaceptable que a casi dos años de transcurrida su administración, el presidente salga a declarar orondo sobre una empresa sobre la que no sabía y sobre la que quiere sembrar la idea de que hubo algún acto de corrupción en su concesionamiento. De ese tamaño es la falta de rigor con la que se conducen la mayoría de los asuntos en las distintas dependencias del gobierno de México en estos días. Luego no nos sorprendamos por los pobres resultados y que el país navegue como un navío sin un curso definido.

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