viernes 29 marzo 2024

Cuando se tenían las respuestas…

por Javier Solórzano

Muchas decisiones en estos dos años no tendrían que sorprendernos, forman parte de un esquema de gobierno que López Obrador planteó desde su candidatura.

En medio del hartazgo no se dio una discusión sobre las propuestas del tabasqueño. Se optó por él por muchas razones, pero no se reparó en muchos de sus planteamientos, los cuales están siendo parte ejecutiva de su programa de gobierno.

En los debates presidenciales, muchas de las ideas del candidato de Morena fueron con razón cuestionadas. Sin embargo, poco o nada importó, porque los otros candidatos por más que pudieran hacer importantes y sesudos planteamientos estaban materialmente contra las cuerdas ante la sociedad mexicana.

No se puede argumentar que haya engaño o algo parecido, López Obrador está en lo que prometió. Por más que se haya atravesado la brutal pandemia y los severos problemas económicos, sin pasar por alto la agudización de la violencia, no se ha salido de su guion original.

Éste es uno de sus grandes problemas, actúa como se lo planteó de origen y no se ha tenido la capacidad para entender que los escenarios cambiaron de manera dramática, particularmente en los temas de salud y de economía.

El Gobierno sigue bajo una política que se podría definir bajo el voy derecho y no me quito. En medio de las prisas en que no deja de estar, quiere instrumentar sus proyectos originales, los cuales son susceptibles de transformación en el aquí y ahora, porque no está resolviendo buena parte de los grandes problemas nacionales.

Digamos que se le está aplicando aquello de que cuando tenía las respuestas le cambiaron las preguntas. En muchos casos no ha reparado en que lo que originalmente se diseñó y planteó para la gobernabilidad sufrió una serie de cambios drásticos y dramáticos.

El Gobierno sigue sin percatarse, o no es de su atención ni interés, la importancia que tiene para el desarrollo del país y para una gobernabilidad integral modificar algunos de sus planes originales. El hecho de que el Presidente no quiera cambiar algunas cosas, si bien tiene la lógica de cumplir con sus promesas, también lo lleva por un camino que tendrá consecuencias ulteriores. El cambio inesperado de escenarios debiera obligar a revisar, que no hacer a un lado, proyectos que tendrán contemplados en el mediano plazo más que en el corto plazo.

Hay momentos en que las reacciones oficiales aparecen como actos de empecinamiento, incluso necedad, lo cual no da pauta a la reflexión e intercambio de ideas.

La popularidad y legitimidad no son sinónimo de una verdad única. En el camino se atraviesan muchas cosas. Pudiera ser que un gran número de simpatizantes de López Obrador no tengan la suficiente información para poder dirimir sobre los actos de gobierno.

Es básico gobernar con la confianza de la sociedad y es igual de importante informar de manera cabal y puntual sobre los actos de gobierno y, sobre todo, lo que tiene que ver con los ciudadanos. No se le puede plantear a la sociedad información, temas y perspectivas que se contradicen con la terca realidad, pero que bajo el poder y uso del discurso se plantea información, la cual en algún sentido acaba por engañar. No se puede gobernar metiendo todo en el cajón de la esperanza.

Un gobierno como el actual tiene ante sí el reto de ser diferente en forma y fondo, hacerlo o no será la definición de su destino.

Es tiempo de entender y asumir de manera responsable aquello de que es importante hacer las cosas bien y a tiempo y tener la capacidad de responder cuando se cambian las preguntas.

Nadie tiene la verdad absoluta, empezando por este gobierno y cualquier otro.

RESQUICIOS

Dice el Presidente que la crítica a la inversión del gobierno por 103.5 mdp para el estadio en Palenque es “desproporcionada” y de “mala fe”. Más allá del gusto presidencial por este incomparable deporte, el problema está en cómo se están haciendo las cosas y que de nuevo aparece en un asunto cuestionable su hermano.


Este artículo fue publicado en La Razón el 14 de enero de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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