jueves 18 abril 2024

¿Cuál es la capital de Francia?

por Alejandro Vázquez Cárdenas

El hecho es absolutamente real, y para ser sincero era lo que esperaba ¿Cuál es la capital de Francia?, le pregunto a un alumno promedio de una secundaria publica promedio; “Italia”, me responde con rapidez. ¿Y la de los Estados Unidos? , “No lo sé” admite con cierta pena. Insisto y en un breve interrogatorio corroboro que sus conocimientos no avanzan más allá de saber cuál es la capital de México; “México” responde triunfalmente.

¿Caso de excepción?, lamentablemente no, la educación en México desde hace años se encuentra en uno de los niveles más bajos del mundo. En las actuales condiciones resulta imposible pensar en competir con cualquier país de Europa Occidental, Japón o con nuestros vecinos del norte, los Estados Unidos. Siendo realistas, por nuestro nivel, más bien nos ubicamos junto a los países subsaharianos, esas naciones tan adelantadas y progresistas como lo son Sierra Leona, Guinea, Nigeria, Togo y Camerún.

El problema es viejo y parece ser que a nadie le interesa resolverlo de fondo. El gobierno, del color que sea, no ha sido capaz de articular algo útil para remediar esta tragedia. Programas van y programas vienen y los resultados siguen siendo los mismos. ¿Cuántas cosas fallan?, Por lo pronto parece ser que casi todo, de la A a la Z, como el antiguo programa de noticias.

¿Evaluar la calidad de los maestros? No lo aceptan. La realidad es que saben perfectamente que una buena parte de ellos son incapaces de aprobar el más laxo de los exámenes. ¿Conocer su nivel de motivación o su vocación?, para eso no es necesario examen alguno, su vocación es virtualmente inexistente. ¿Cumplimiento del calendario escolar?, nulo, el calendario es tan solo un referente simbólico. ¿La calidad de las escuelas y sus instalaciones? Algunas buenas, otras malas y muchas malísimas. ¿El nivel educativo de los alumnos? Va de mediocre a malo en su mayoría.

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¿El gasto en Educación?, es un barril sin fondo y con múltiples boquetes que hacen naufragar el presupuesto que sea. Eso independientemente de que hay que pagarles a maestros aunque no trabajen y que existen miles de “maestros” que llevan años sin pararse en una aula, por las más peregrinas razones, desde sindicales hasta los que el público conoce como “aviadores”

Ya ni queremos llevar la cuenta del número de días perdidos por culpa de las “marchas” “plantones” “protestas” “paros” y otras razones que un día sí y otro también esgrimen los docentes. Y mejor no hablo del enorme atraso que ha generado la actual pandemia del Covid-19; ahí ya se ha perdido, por lo menos, dos años escolares completos.

Con semejantes estructuras educativas y con maestros de este jaez, ¿qué podemos esperar de los alumnos? Pues lo que tenemos, infinidad de niños y jóvenes con una pobre educación y algunos escasos ejemplos de buenos alumnos, más por méritos individuales y de su entorno familiar y otros por haber sido apoyados por algunos de los ya escasos maestros con verdadera vocación y preparación que aún existen. Esa es nuestra realidad, nos agrade o no. El resultado final es una educación deficiente, que si bien nos va, quizá nos permite competir con alguna de las teocracias del Asia Menor.

¿Y qué puede hacer el común de los ciudadanos? ¿Optar por una buena escuela privada? Ninguna es especialmente barata y para miles de padres de familia ese gasto está fuera de sus posibilidades. ¿Esperar a que nuestras autoridades corrijan el desastre educativo? Como sueño es bueno, como realidad es inalcanzable.

¿Hacer funcionar adecuadamente todas las normales en el país? ¿Qué cumplan con altos estándares de admisión y egreso todos los alumnos? Para eso se necesitaría más que un milagro, y los milagros no están contemplados para México.

No, definitivamente no veo una salida al problema de la Educación en México. No con nuestros actuales políticos. Acostumbrémonos a ser el furgón de cola, y por varias generaciones.

 

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