viernes 29 marzo 2024

Corrupción de cuarta

por Tere Vale

Si algo ha dicho AMLO una y mil veces, hasta la saciedad, es que con su llegada se acabó la corrupción. En las mañaneras no hay día que no hable de los periodistas, académicos, empresarios, bueno, hasta de los científicos y todos los que no estamos de acuerdo con él, y nos califique como corruptos, chayoteros y productos degradados del neoliberalismo. Pero no muestra ni prueba un solo caso. Todo es un bla, bla, bla.

De cómo se ha combatido la mentada corrupción, eso sí, no se ha dicho ni pío (jejeje). Lo que sí sabemos es que en estos tiempos de la 4T, aún más que antes, ni hay contrapesos entre las instituciones, ni hay transparencia, ni hay licitaciones (más del 80% de los contratos se dan en el gobierno por adjudicación directa) ni sabemos a dónde ha ido a parar la multimillonaria cantidad de dinero producto de la cancelación de programas, de fideicomisos, del generalizado austericidio, o de los cientos de miles de millones de pesos que se han dado para apoyar (en sus multichambitas) a los militares. Nadie sabe, nadie supo. Y háganle como quieran.

La cosa se puso más complicada en cuanto a este tema el pasado 3 de octubre de este 2021 porque se destapó un gran escándalo del actual gobierno con los llamados “Pandora Papers”.

México en ‘Pandora Papers’. SR. GARCÍA // El País

De acuerdo a la investigación realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, y luego publicada por Quinto Elemento Lab, alrededor de tres mil mexicanos, entre los que se encuentran el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis, Julio Scherer (hasta hace unos días el poderoso Consejero Jurídico de Presidencia), el senador de Morena Armando Guadiana y la Sra. Julia Abdalá, pareja sentimental del titular de la CFE, Manuel Bartlett, movieron grandes fortunas, salidas de quién sabe dónde, a los llamados paraísos fiscales.

Al parecer estas personas crearon empresas fantasmas para comprar casas o departamentos en Estados Unidos, yates, jets privados y administrar millonarias fortunas en dólares y supuestas herencias. Según un tuit publicado por Santiago Nieto, en la Unidad de Investigación Financiera ya se abrió una investigación en México sobre todo este turbio asunto.

La psicología debería ser una herramienta importante en el estudio de la corrupción. Mientras que la economía y el derecho nos ofrecen perspectivas del cómo se genera este problema, sus castigos y sus alcances, la psicología puede darnos alguna pista sobre los más profundos y verdaderos porqués de esta muy generalizada conducta.

No ha existido ninguna sociedad a lo largo de la historia libre de este problema, desde luego ni la 4T. Dictaduras, democracias, monarquías y cuanto sistema político ha existido han experimentado este terrible cáncer social, en todos los países, en todos los tiempos y en prácticamente todas las culturas. ¿Es entonces algo inevitable?, ¿estamos condenados a convivir con ella?, ¿las conductas corruptas son inherentes al ser humano?

De cierto, la psicología aún no tiene una respuesta clara, pero sí vale la pena decir, para acercarnos a la esperanza, que la corrupción es un comportamiento, una conducta, una forma de actuar y por lo tanto puede ser estudiada y, por ello mismo, deberíamos de ser capaces de al menos prevenirla y, por qué no, de controlarla, pero no con discursos populistas y vacuos sino con políticas y contrapesos que impidan la enorme facilidad y complicidad para cometer este delito.

El egoísmo, la codicia y la avaricia son componentes importantes en la personalidad de todo ser humano, pero especialmente en la del corrupto que al precio que sea requiere de un reforzamiento personal que pasa por encima de los demás, sin el menor sentimiento de culpa. Y que no nos vengan cada día con más mentiras. En el político corrupto, el bienestar personal se antepone al bienestar social, así son las cosas.

Esto es, la conducta corrupta siempre conlleva obtener un beneficio personal a costa de lo que sea, no importa el riesgo que corra el corrupto para lograrlo, por lo tanto, se trata de una conducta delictiva (esto lo sabe el corrupto) y supuestamente (esto piensa también) se lleva a cabo tomando una serie de medidas de control y cuidado para no ser descubierto.

El corrupto comete su fechoría de manera voluntaria, consciente e intencionada. Actúa, pues, como tradicionalmente se dice con conocimiento, alevosía y ventaja, pero su comportamiento en cuanto al calculo de ser atrapado es absolutamente ilógico, como podemos ver ahora en los Pandora Papers.

En fin, veamos qué sucede con estos casos que muestran claramente como lo dicho por este gobierno es absolutamente falso.

La corrupción no solo continúa en nuestro país, digámoslo abiertamente, se ha acrecentado y mucho. Y esta sí que es una gran transformación.

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