viernes 29 marzo 2024

¿Como los vio se verá?

por Javier Solórzano

Estamos entre signos de civilidad y conveniencias colectivas. Lo que está por verse es cuánto van a durar y qué tanto tienen bases firmes y no son escenarios de coyuntura.

No tiene sentido escatimar el apoyo que ha venido pidiendo López Obrador. Lo supo leer cuando en la campaña visualizó su triunfo, por lo que le pidió a los ciudadanos que votaran por Morena para el Congreso, lo cual le permitiría hacer lo que ha pregonado que quiere hacer.

AMLO debe considerar a quienes no votaron por él, a quienes lo siguen viendo con distancia a pesar del momento que vive el país derivado del 1 de julio.

López Obrador puede pedir ayuda, comprensión y solidaridad, pero no puede pedir incondicionalidad. Lo que lo llevó al poder fue la actitud crítica de la sociedad, la misma que debería acompañarle en su gobierno. Sin ella va a terminar, al paso de su sexenio, como han acabado aquellos a los que él mismo les ha enderezado una infinidad de críticas; ahora si que como los vio se podría ver.

El virtual Presidente ha hecho algo importante, se la ha pasado sumando y se ha sentado con quien nunca imaginó hacerlo. Son signos no sólo de sensatez, también es reconocer y saber actuar ante el nuevo rol que juega.

El encuentro que tuvo con José Antonio Meade tiene que ver con ello, es un hecho importante, aunque no le vaya a dar suma de militantes o algo parecido. El tema lo ve AMLO, suponemos, por otro lado.

El excandidato puede aportarle mucho por sus muy reconocidos conocimientos y experiencia, pero no necesariamente le va a sumar ciudadanos.

El PRI, jugando a escatimar, de inmediato se deslindó del encuentro, dando la impresión de que sigue sin darse plena cuenta de la paliza que le metieron y el significado de la misma.

Meade era su candidato externo, lo defendió como una alternativa y moderna. A lo largo del proceso se identificó como un buen candidato envuelto en una mala marca, esa marca, no hay que olvidarlo, era el PRI.

Independientemente de que a futuro se presente alguna posibilidad de que Meade trabaje con AMLO, o algo parecido, lo cierto es que el encuentro abre espacios a escenarios que difícilmente se dan en el país, de civilidad política.

La reacción del PRI escatima los intentos de entendernos bajo otras bases. Una reunión de esta naturaleza no tiene por qué ser sobreinterpretada, fue un encuentro que a la sociedad le provoca una reacción favorable, se aprecian entendimientos. Nos la hemos pasado en medio de enfrentamientos, muchos de ellos ociosos y provocados.

Peña Nieto tiene que ver en esto, ha generado hartazgos por doquier, si bien algunos se le deben a él otros, hay que reconocerlo, le son ajenos. El todavía Presidente, parece que ya no lo es, ha acabado siendo responsable, no casualmente, hasta de aquello que no hace.

En el proceso de sumas en que anda el futuro gobierno, debe identificar que sus críticos y quienes no están con él, también serán sujetos de su gobernabilidad. En las redes, las cuales domina López Obrador junto con sus innumerables y furibundos seguidores, se asoman inquietantes signos de intolerancia.

Sumar debe ser también escuchar, y en su caso aceptar la crítica de los otros, de los que no son ni sus seguidores ni sus incondicionales. Su inobjetable triunfo no coloca en automático a todo el país de su parte, estos días se han visto claros signos de ello.

Están por venir días en que a López Obrador le pueda ser más conveniente escuchar a quienes le señalan y critican, que a quienes optan por silencios complacientes.

No le vaya a pasar aquello de que “como los vi ahora me ven”.

RESQUICIOS.

Por muchos motivos la entrega de la constancia como Presidente electo a López Obrador el miércoles que viene, es significativa. Una razón más de ello es que por primera vez en la historia del país, una mujer será quien lo haga: Janine Otálora, presidenta del TEPJF.


Este artículo fue publicado en La Razón el 6 de agosto  de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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