Si se hiciera un concurso de las frases más estrambóticas y vergonzosas expresadas durante la pandemia, los ganadores de los primeros lugares serían, sin duda, insignes integrantes de la Cuarta Transformación. El recuento de las más destacadas deposiciones de este talante, además de resultar dramático luego de 400 mil fallecimientos por Covid-19, constituye un apretado muestrario de ineptitud extrema, ausencia total de empatía con los afectados y de politiquería de la más baja ralea.
El encargado de dirigir las acciones del gobierno ante la pandemia, Hugo López-Gatell, quien se autodesignó como el rockstar del lopezobradorismo, sería una de las personas con más nominaciones para un concurso de frases célebres de la pandemia. Así es en su calidad de teórico de la “fuerza moral del presidente”, autor de aquél fallido pronóstico de que “esto va a durar un mes” y el que previó científica y técnicamente el escenario “muy catastrófico” de las 60 mil defunciones, tétrica y fallida cifra que a estas alturas se multiplicó por siete.
De entre todos los disparates que han emanado del ego cegador de quien hasta se cree presidenciable (según sus cercanos) sobresale el siguiente: “Si yo me espero a que la escuela tenga, por ejemplo, 10 niños infectados, puedo cerrar la escuela y esa medida aplicada a 10 contra 990 es más efectiva que si la cierro cuando es sólo uno (un niño infectado) contra 999. Si me espero aún más y tengo, por ejemplo, 100 niños infectados, es todavía más efectiva la intervención…” (Palacio Nacional, 14 de marzo de 2020).
Cuartoscuro
Si no obtuviera el primer lugar, el jurado tendría que dispensar a esa expresión una mención honorífica por cristalizar en pocas palabras una ineptitud extrema que se ajusta a diversas conductas de la tipología penal.
El cuatroteísmo bonillista del sufrido estado de Baja California también ha hecho importantes aportaciones al rosario de desatinos. Sobresale por méritos propios el ideario acuñado por el insigne Delegado Estatal de los Servidores de la Nación en esa entidad, Jesús Ruiz Uribe. Con tono serio, su mirada posándose alternadamente en la cámara y en el horizonte, quiso apantallar al público con pretensiones de profeta de las buenas nuevas, pero en sólo 45 palabras naufragó con un chistorete de mal gusto que, rematado con su risita burlona, dejó en evidencia la falta de empatía que caracteriza a la 4T. Dijo el abnegado servidor: “Todo el mundo va a cambiar su sistema de salud; creo que esa va a ser una de sus grandes fortalezas. Y también, que va a emerger una sociedad más solidaria. Y va a emerger un nuevo fortalecimiento de la familia… las que sobrevivan… jejejeje” (Palacio Federal de Mexicali, 7 de abril de 2020).
Con una importante cantidad de nominaciones, otro participante en el concurso sería el propio presidente de la República, quien día con día emite frases célebres que podrían formar parte, a la vez, de un expediente de responsabilidades para cuando pierda la hegemonía política. De entre varias decenas, tomando en cuenta a la opinión pública, quedó seleccionada la siguiente joya: “Por eso vamos a salir fortalecidos (de la emergencia sanitaria y la crisis económica), o sea, que nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación” (Palacio Nacional, 2 de abril de 2020).
Trascendencia histórica y universal aparte, la importancia de esta tesis radica en que es la idea rectora de la administración pública federal en la circunstancia presente, la que, debido a tan iluminada directriz, se convirtió en la pura y auténtica expresión de la politiquería más ramplona.
“Como anillo al dedo”, locución vivificante de la 4T y ratificadora del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, merece su inscripción en letras de oro, al lado de aquellas frases de Benito Juárez, José María Morelos, Vicente Guerrero y de los nombres de los próceres homenajeados en los muros del Palacio Legislativo de San Lázaro. El Congreso aplaudidor debiera apresurar el dictamen respectivo, no sea que Morena pierda pronto la mayoría artificial que ostenta en la Cámara baja.
Cincelada: Los jerarcas de la 4T abordaron, así dijeron, “el primer vuelo que aterriza en Santa Lucía”, pero el primer aterrizaje ahí fue el 24 de noviembre de 1952, hace casi ¡70 años!
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