miércoles 24 abril 2024

El cálculo maquiavélico de no evaluar a los profesores

por Alejandro Colina
Etcétera

Uno de los sellos distintivos del PRI es su camaleonismo asombroso y eficaz. Tanto en el terreno de las ideas como en el de las prácticas, el PRI ha llegado a encabezar proyectos muy diferentes, incluso contrapuestos. De 1934 a 1940 fue cardenista y de 1988 a 1994 salinista. Durante décadas aplicó políticas proteccionistas y, más tarde, zanjó una desinhibida apertura comercial. Se dirá que el pragmatismo guio esas oscilaciones, y no se aventurará ninguna mentira. Se agregará que ese pragmatismo ha estado animado por el signo de los tiempos, y tampoco se afirmará un despropósito, sobre todo si se trata del siglo pasado. Porque en el presente no parece que sea así. Al menos no en lo que concierne a la evaluación de los profesores, ya que suspenderla es querer borrar por decreto los niveles de exigencia que trae consigo la competencia económica actual. Esa despiadada competencia integra una de las varias facetas desagradables de la realidad del mundo que vivimos, pero no por desagradable deja de ser menos real.

Suspender la evaluación de los profesores es, obviamente, una decisión política. Obedece a un cálculo maquiavélico y previsor de los estrategas del gobierno federal. Ahora no tuvo que concluir el sexenio para que el PRI mostrara su rostro camaleónico y pragmático. Recién llegados a los Pinos, Peña Nieto y su equipo lograron gobernar el país en clave democrática. Hablo, naturalmente, de la democracia representativa, la imperfecta e insatisfactoria, la única que hoy existe. El Pacto por México fue el instrumento que materializó esa gobernabilidad gracias al respaldo del PAN y el PRD. Pero ese Pacto se agotó y no ha tenido lugar el crecimiento económico que la teoría había asociado a las reformas estructurales que trajo consigo. Una falta de crecimiento que, claro está, no congracia a la sociedad con su gobierno. Peña Nieto ya no cuenta con la avenencia de la oposición y resulta probable que el PRI no obtenga carro completo en la jornada electoral en puerta. El escenario político se vislumbra difícil, de modo que Peña Nieto y sus estrategas optaron por asegurarse el apoyo más tradicional del PRI: el del corporativismo, específicamente, el proveniente del corporativismo magisterial. Y aquí lo que vale para la CNTE y la CETEG, cuenta para el SNTE, pues la mayor parte de los profesores del SNTE tampoco se descubrían felices con las evaluaciones, aunque las admitían a fuerza. Como se aprecia, Peña y el PRI han retornado a la política de la onomatopeya: CNTE, CETEG, SNTE. A la política conjugada en clave corporativa. Poco importa que la medida vaya en contra del severo e ineludible signo de los tiempos. Lo importante es que Peña y el PRI tengan garantizado el control político del país no solo en la segunda mitad del sexenio, sino -nadie ha olvidado el futuro aunque a veces lo parezca- de uno o dos sexenios más, en cálculo modesto y generoso.

También te puede interesar