miércoles 17 abril 2024

“Bienvenido a casa, hijo”: Una entrevista con Brenda Navarro

por Mixar López

Una madre pierde a su hijo en medio de un parque, sus palabras cargadas de demencia: “bienvenido a casa, hijo”, rezan en los templos, las plazas públicas, los supermercados, los jardines temáticos, las avenidas  solitarias y las casas vacías. La frase se  convierte en canción en la voz de Ben Cooper (Radical Face), el tema agrieta las heridas: “el fondo de mis ojos zumba con cosas que nunca he hecho / las sábanas se mecen de un viejo tendedero / como una hilera de fantasmas capturados sobre la vieja hierba muerta / nunca fue mucho pero aprovechamos al máximo / bienvenido a casa”. La melodía viaja a través del sonido de los pájaros, de los autos, de los ladridos de los perros, a través del aire, en el agua y en medios no sólidos, como los espíritus de los niños saqueados, así, llega hasta la pluma de la escritora Brenda Navarro (México, 1982) y la canción se vuelve novela. Entonces, la madre puede regresar al parque.

         Casas vacías (Sexto piso, 2019) es una novela que articula el dolor de una madre frente a la desaparición de su hijo, y por ende, de su propia vida. Un libro que pone en tela de juicio la maternidad, de cómo se enfrentan las maternidades no solicitadas y las que son impuestas socialmente.

         Brenda Navarro escribe con una sensibilidad que no es de este mundo; es dolor y es ternura: oxímoron de la evaporación del afecto. La narrativa y la prosa de Navarro son semillas de una próxima generación de escritoras que como plantas con estilo, rellenarán el hueco en el tejido de la literatura mexicana.

         Hablé con ella sobre esta hermosa novela.

 

¿Por qué colgar tu primera novela, en primera instancia, en Internet?

Dos razones fundamentales: La primera, quería que la gente la leyera, para eso escribimos, para que nos lean y el medio más inmediato y sin intermediarios es Internet. Para mí Internet es un espacio político por el que debemos de apostar y luchar porque le están poniendo demasiadas barreras comerciales, tenemos que pelar porque sea de acceso universal y sin barreras geopolíticas. Esto funcionó con la novela porque lo podía leer alguien en México y luego en Argentina, y luego en España y este de boca en boca y el poder compartirla fue muy bueno para la novela. Tenemos que apostar más a este tipo de prácticas culturales.

         La segunda, es que yo estaba segura de que mi novela ya no iba a modificarse, ya estaba cansada de revisarla. No quería que llegara una editorial y me dijera que tenía que modificar algo, la quería tal cual la había terminado.

 

¿Cuál es tu opinión sobre el mercado editorial mexicano?

El mercado editorial mexicano es el más fuerte de toda Iberoamérica, creo que no tenemos esa conciencia y tendríamos que tenerla a la hora de tomar decisiones dentro del ámbito cultural. Estuve en varios foros de editoriales españolas en el que se afirmaba que cuando algo salía mal, se pensaba inmediatamente en mandar las cosas a México para salvar las finanzas. Somos un mercado amplísimos, pero también somos puente para América Latina. Tendría que haber una estrategia estatal e industrial en este sentido. Hace un par de años, algún editor español lo decía: Barcelona podría ya no ser la capital del mundo editorial porque en México están pasando muchas cosas, y eso es lo que yo creo. Tendríamos que estar trabajando en esto.

 

¿Cómo llegó hasta ti la editorial Sexto Piso?

Sé que varios escritores, después de leer la novela, estuvieron recomendándola ampliamente y lo agradezco mucho. El punto de quiebre fue cuando Fernanda Melchor la recomendó en el suplemento cultural de ‘Babelia’ en 2018. A partir de ahí, se me acercaron varias personas con interés en la novela. Yo dudé mucho porque Internet era también una apuesta política, pero también había una demanda de las lectoras por tener la novela impresa y eso y la idea de poder tomar espacios que nos corresponden a las escritoras fue lo que me motivó. Antes de decidirme por un par de ofertas editoriales, conocí a mi editor José Hamad y a Santiago Tobón en Madrid y me sentí cómoda con ellos, así que fue cuando decidí dar el salto.

 

¿Cómo surgió el argumento de “la madre que pierde a su hijo en el parque”?

Es muy interesante que me preguntes esto, porque nadie me lo había preguntado y me parece importante. Esta imagen nació por la imagen del álbum ‘Ghost’ de Radical Face; cuando escuché “Welcome home, son”

 

La primera imagen que tuve sobre la novela fue la de la segunda voz con la línea, donde dice: “Yo era la mujer de la sombrilla roja que se subió al taxi cuando empezó a haber alboroto en el parque”.  Ahí empezó la historia.

 

¿Por qué darle voz también a la  sustractora?

Porque como te acabo de decir, fue la primera imagen que tuve en la cabeza. Una madre que no tiene a su hijo en casa, que tiene su casa vacía, es una mujer que está ansiosa de decir: bienvenido a casa, hijo. Entendía que para poder contar la historia de la segunda voz, tenía que haber otra mujer que contara lo que significa tener a una persona desaparecida y desaparecer con ella. No podía existir la una sin la otra. Alguna vez un colega me lo dijo, quizá no deben de existir las dos, pero para mí sus historias son inseparables.

 

¿Crees que la verdadera violencia sea el miedo a las ideas de los demás, y poca fe en las propias, como decía Antonio Fraguas? –quizá todo el mal provenga de ahí–.

Yo no partiría de la fe ni la confianza individual. Sostengo que la violencia es algo que hemos construido a partir de no saber canalizar la ira y nuestras emociones. La violencia es un constructo social que justifican con irracionalidad. Hacen esta división sobre racional e irracional muy a lo cartesiano, como si pudiera dividirse, la realidad es que no podemos dividirnos o decantarnos por ser una cosa y otra, somos todo esto, incluso en cuestión de segundos y en este sentido, la violencia es algo que se ha estructurado como una lucha de poder en la que debe haber un vencedor y un perdedor, de conquistadores, colonizadores y “los otros”. Esto no es miedo a las ideas de los demás, sino una estrategia para someter; esa es la violencia. Ahora bien, en términos del mal, es muy relativo: ¿qué es el mal? Lo que para nosotros es el mal, para otras personas es un orgullo. Por eso creo que no se puede resolver a base de nuestras individualidades, es algo que se tiene que resolver desde lo comunal. De lo que no estoy segura es de que haya muchas personas dispuestas a cambiar el estado actual de las cosas.

 

¿Qué opinas de las acciones tomadas por los grupos feministas en México, como la pinta de paredes y monumentos?

De verdad creo que lo que yo opine les importa muy poco a las mujeres que han hecho estas acciones; ellas no necesitan ni nuestra aprobación ni nuestros juicios. Ahora bien, creo que hay muchas personas interesadas en buscar voces que cuestionen estas acciones para no ser ellos los que sean el dedo inquisidor y digan “pero no lo digo yo, lo dice una de ellas”, y no estoy dispuesta a entrar a ese falso debate. Todo ser humano tiene derecho a tomar el espacio público, a protestar y a exigir derechos. A propósito de esto, hay un derecho exclusivo: es el artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos. Luego, la mayoría de las constituciones latinoamericanas lo retoman en sus constituciones, así que los Estados están obligados a garantizar la libertad de expresión de todas las personas.

¿Cómo definirías tu prosa?

Muy influenciada por la oralidad mexicana para bien y para mal.

 

¡Qué estabas escuchando mientras escribías  ‘Casas vacías’ (Sexto Piso, 2019)?

Hice una playlist para compartir lo que estaba escuchando mientras la escribía: https://open.spotify.com/playlist/6TZxCTkF4bl3ApE42pRu06?si=5L2QsaewRie3OQNbRUIK-A

 

¿Es la maternidad uno de los espacios donde los sentimientos son más intensos, o es más bien, un agujero negro?

Me da mucha risa esta pregunta, ni siquiera sé cómo contestarla. Pues ni es lo uno ni lo otro. ¿Qué significa eso del agujero negro?

 

¿Por qué las madres no tienen nombre en tus novelas?

Porque la intención era que al no ponerles nombre, se podían universalizar, podían ser cualquier persona, y porque literariamente tienen mayor fuerza así. Recuerdo a un crítico que me dijo: no me había dado cuenta de que no tenían nombre hasta que tuve que nombrarlas y esa era justo la intención.

 

Háblame de la economía del lenguaje en esta ficción.

No sé si te refieras a que las dos mujeres no usan lenguaje inclusivo. Bueno, no lo usan porque su existencia literaria no lo necesitaba. Ahora bien, yo como persona, sí que juego con el lenguaje y me encanta darle vida a las palabras, sí soy de las que dice personajas, pero también digo muchas otras palabras que la RAE no toma en cuenta. El lenguaje está vivo, se modifica y expande todo el tiempo, qué aburrido e insensato querer ponerle reglas a la forma en la que nos expresamos. ¿Cómo podemos hablar de economía del lenguaje las personas que además estamos en contra de las bases de la concepción de economía en otras esferas políticas y sociales?

 

“Una estafa de madre”, “nunca confíes en tu propia madre” o “las hijas siempre pagan mal”, no son frases agraciadas ni miel sobre hojuelas, ¿qué comentarios has recibido de las madres de familia que han leído ‘Casas vacías’?

La mayoría de las veces, he recibido buenos comentarios sobre la novela, no sé por qué estas frases deberían de ser controversiales, es ficción.

 

¿Cuál es el verdadero temor de Brenda Navarro?

No lo sé y no es algo que me quiera responder, ¿para qué? suficiente tenemos con la realidad como para inventarnos algo que seguro cambiaría al día siguiente.

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