viernes 29 marzo 2024

Durante la ausencia del presidente, río revuelto y pretendida ganancia de oportunistas

por Gerardo Flores Ramírez

Es una gran noticia que el presidente López Obrador esté próximo a incorporarse a sus actividades cotidianas, particularmente porque su ausencia ha exacerbado el desorden que impera al interior de su gabinete. Si bien su enfoque de gobierno ha motivado importantes debates, su reincorporación corregirá, por lo menos, la caótica acción de gobierno que hemos padecido en estas dos semanas.

La ausencia del presidente durante dos semanas nos permitió comprobar que su gobierno es básicamente el gobierno de un solo personaje, que no cuenta con un plan de gobierno claramente definido, con ejes bien delineados, políticas con una motivación, objetivos e instrumentación muy bien estructuradas.

El incesante torpedeo del andamiaje institucional que la 4T emprendió en nuestro país desde el primer momento que inició la actual administración, provocó que estas dos semanas de ausencia pública del titular del Ejecutivo exhibieran una buena dosis de desorden administrativo y político al interior del grupo en el poder.

Un ejemplo claro fue la pretendida bola rápida de la secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde, para presionar al Congreso para que discuta y vote la iniciativa de reforma a la Ley Federal del Trabajo para prohibir el outsourcing o subcontratación en nuestro país. Si bien en diciembre cuando se firmó el acuerdo con los empresarios se preveía que esta iniciativa fuera señalada por el presidente para que el Congreso le diera trato de iniciativa preferente al iniciar el segundo período ordinario de sesiones de ambas cámaras, en las fechas recientes, era claro un acuerdo preliminar entre el presidente y los empresarios para no acelerar la discusión de este tema.

Se sabe que al interior del gabinete hay dos posiciones divergentes, al menos sobre el momento oportuno para que el tema sea resuelto por el Congreso. Por un lado están los que consideran que no solo es conveniente acelerar la discusión, sino que tampoco es conveniente prohibir a rajatabla el outsourcing, por el daño que se ocasionaría a la economía mexicana. Por otro lado, está la posición que encabeza la titular de la STPS que pretende que se prohíba totalmente el outsourcing y que además, ello sea votado lo antes posible.

El presidente aparentemente se había decantado por el primer grupo. En su ausencia y ante el río revuelto, la titular de la STPS trató de sorprender a los diputados de Morena para que la iniciativa presentada en diciembre fuera discutida en forma acelerada en este mes de febrero.

En el mismo sentido podemos hablar sobre el desorden imperante en el tema de la contratación de las vacunas, el tamaño de los embarques que llegarán a nuestro país y la fecha precisa. A tal grado se percibe descontrol, que en su video del viernes 5 de febrero, el presidente de plano prefirió dejar de lado su tentación para comprometerse, nuevamente, no sólo a la llegada a México de cantidades exactas de dosis de vacunas, sino la cantidad de vacunas que se aplicarán en nuestro país en febrero y marzo.

Ahora bien, está claro que la ausencia del presidente impidió analizar con mayor serenidad la intención de presentar una iniciativa de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, que en un afán revanchista y un claro desapego de las mejores prácticas internacionales en materia de regulación del sector eléctrico, se elaboró y se envió -esa sí con carácter preferente- a la Cámara de Diputados el pasado 1 de febrero. Por ejemplo, al resolver esta semana la Controversia Constitucional que promovió la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) en contra de la Política de Confiabilidad en el Sistema Eléctrico Nacional publicada por la secretaría de Energía en el Diario Oficial de la Federación en mayo de 2020, la Suprema Corte de Justicia de la Nación perfiló cuál podría ser el destino de esta reforma. También están las serias preocupaciones que han externado expertos sobre la posible violación de los compromisos asumidos por México en el TMEC y el TPP11, que de materializarse, se traducirían en represalias comerciales contra nuestro país, y bueno, en un peor horizonte para la certidumbre a la inversión.

Ahora bien, lo que debería ser objeto de un análisis serio, y en su caso, motivo de preocupación central, es el anuncio del presidente en el sentido de que en el curso de los siguientes tres meses, su gobierno canalizará 200 mil millones de pesos en apoyos directos a los beneficiarios de los programas sociales de este gobierno, que junto con los 200 mil millones de pesos que el presidente ya estima como el flujo de remesas de nuestros paisanos en EUA, en el mismo período de tiempo, sumarán 400 mil millones de pesos para impulsar el consumo interno.

Se perfila que ello será un eje central de la estrategia gubernamental para asegurar un buen desempeño de Morena en las elecciones intermedias que tendrán lugar en nuestro país el próximo 6 de junio. Que nadie se sorprenda si de pronto nos vemos inundados de millones de menciones en redes sociales sobre la grandeza de este gobierno por poder canalizar tanto dinero para apoyar a los mexicanos.

Creo que nadie está en contra de que se pueda apoyar a tantos mexicanos, sobre todo en el escenario de crisis que ha provocado la pandemia del Covid-19, el problema es que la forma en que este gobierno ha actuado para dejar sin recursos a determinados programas o actividades, para canalizarlos a los programas clientelares de la 4T, se reflejará en problemas futuros del gobierno de México para poder sostener o instrumentar otras tareas de gobierno.

En suma, la ausencia física del titular del Poder Ejecutivo en las últimas dos semanas resultó clave para exhibir que el gobierno actual es uno que está en función de un solo personaje y que ante su falta, se incrementan de manera importante los riesgos de condenar a México a un período de estancamiento aún más largo. Los oportunistas con ocurrencias se mostraron en todo su esplendor.


Twitter: @GerardoFloresR

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