jueves 18 abril 2024

Aquellas elecciones preliminares

por Julián Andrade

El Partido Mexicano Socialista (PMS) fue el primero en realizar una elección preliminar para definir a su abanderado presidencial. Era 1987.

El país estaba cambiando y rápido. Del PRI saldrían los integrantes de la Corriente Democrática, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo.

La izquierda, por su parte, pretendía mostrar su unidad y aspiración por la construcción de un proyecto viable y que generara apoyos entre la ciudadanía.

En el PMS las cosas no eran sencillas, porque ahí se agrupaban corrientes diversas, desde las que venían de los partidos Socialista Unificado de México y del Mexicano de los Trabajadores, hasta expresiones bastante radicales.

La determinación del candidato presidencial resultaba, en ese contexto, vital para el futuro de la organización. Se optó por un proceso democrático, aunque no exento de riesgos.

Sobre todo, preocupaba que la jornada no saliera bien por problemas internos, entre los que destacaba una escasa formación democrática de algunos grupos, pero también por la posibilidad de que el gobierno interviniera, y a la mala.

Participaron Heberto Castillo, Eraclio Zepeda, Antonio Becerra Gaytán y José Hernández Delgadillo.

Lo hicieron con pocos recursos y sin posibilidades de una buena difusión en medios masivos. El PMS proporcionó 50 mil carteles y un tanto igual de volantes para cada uno de ellos.

En aquellos años no había mucho dinero para los partidos, y menos para los opositores y cada aspirante hizo lo que pudo, recorriendo el país en condiciones difíciles y con equipos bastante reducidos.

Eraclio Zepeda explicó al periodista Francisco Ortiz Pinchetti: “Mis dos campañas como candidato en Chiapas tuve que realizarlas en la más terrible pobreza, casi sin ningún apoyo del partido, porque el partido ni siquiera existía”.

Y del tema concreto de la elección preliminar, ese agosto del 87, señaló: “El chiste está en saber gastar. En nuestras circunstancias, una campaña debe estar basada en la imaginación. Hay que aprovechar el apoyo de las fuerzas locales. Ahorrar lo más posible, para gastar donde sea estrictamente necesario”.

Participé en el equipo de campaña de Eraclio y organizamos encuentros con estudiantes de la UNAM. En el CCH Sur se llenó el auditorio, compuesto de jóvenes que iríamos por primera vez a las urnas. Eraclio, por cierto, llegó manejando solo y así se fue.

Eran otros tiempos y apenas el preludio de contiendas realmente competidas, y supongo que por ello privaba un cierto aire de romanticismo que, además, provenía de la formación en las propias izquierdas, donde la escasez era cosa de todos los días.

En el país se instalaron 3 mil casillas en las que podía participar cualquier ciudadano, con el requisito de mostrar una identificación oficial.

El ejercicio salió bien y ganó Castillo, el histórico dirigente del PMT y una de las presencias más importantes para el progresismo. Había estado preso por cuestiones políticas y tenía gran legitimidad.

Meses después, Castillo declinaría a favor de Cárdenas, abanderado del Frente Democrático Nacional, al que se integró el propio PMS, junto al PFCRN y el PARM.


Este artículo fue publicado en La Razón el 4 de enero de 2018, agradecemos a Julián Andrade su autorización para publicarlo en nuestra página.

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