viernes 29 marzo 2024

Apuntes sobre “Joker”

por Marco Levario Turcott

Desisto del impulso de escribir una reseña de “Joker”. Primero, carezco de elementos para apreciar con el detalle que merece la cinta que dirige Todd Phillips y, segundo, porque he leído varias reseñas extraordinarias; creo que la reseña de Óscar Constantino Gutiérrez es la mejor que se ha elaborado en México (está en el sitio de etcétera).

Lo digo rápido: estamos frente a una obra maestra y merece comentaristas a su altura, y por ello sólo hago algunos apuntes que llamaron mi atención:

El guión: más allá de la inspiración en otras cintas (por ejemplo “Taxi Driver”, y el guiño de que Robert De Niro estuviera como animador de televisión), siempre hay que tener presente que “Joker” es un personaje de cómic. Y el tema no es menor porque durante décadas el género ha sido menospreciado por muchos analistas (una gran excepción es Roman Gubern) siendo que el cómic es también el retrato, sesgado y exagerado como todos, de una circunstancia histórica.

El impacto: y eso es lo que impacta precisamente en la producción de la WB auspiciada por DC: el filme registra entornos sociales de deterioro en la confianza de los gobiernos y enojo por la propia ineficacia de esos gobiernos, en particular por el recorte de programas sociales. En ese entorno, destacar la sociedad atenta al espectáculo e indiferente al sufrimiento del otro, la gran cantidad de basura y ratas de la ciudad no sólo es realidad cotidiana en NY (o la Ciudad Gótica) sino que funciona como metáfora extraordinaria.

Los detalles: El genio del director ofrece detalles espléndidos cuando Arthur (Joker) está en una se sus sesiones de atención psiquiátrica, el reloj marca la misma hora que cuando Arthur ingresa al hospital, entre muchos otros como la inamovible marquesina ofrecedora de sexo que atestigua (casi toda) la vida de Arthur en la ciudad o los momentos de alucinaciones que provocan el desconcierto del espectador y las preguntas: qué es verdad y qué es mentira y hasta qué punto no estoy tan lastimado mentalmente como el payaso.

La actuación: Robert De Niro es un extraordinario soporte en tiempo, espacio y diálogos para la soberbia actuación de Joaquin Phoenix; su enfermedad existe, es una variante atípica de epilepsia, y enfrente la ignorancia social e incluso el repudio. ¿Es hereditaria o no? ¿Cómo puede tener esos espacios de demencia si es el hijo adoptado de una mujer desequilibrada? ¿O es que el poder del señor Wayne da para distorsionar un expediente y esconder que en realidad es padre de Joker (quien, así, sería hermano de Bruce)? ¿Será que Batman es otra expresión de locura y denuedo por vencer los propios miedos?

La banda sonora es, en sí misma, extraordinaria, guiños cinematográficos, representaciones metafóricas y fijaciones de sueños rotos nos permiten escuchar lo mismo a Sinatra que a Eric Clapton. El baile del Joker, aunque recuerda Naranja Mecánica e incluso en algún sentido a Cantando bajo la lluvia ya es, desde ahora, parte de la simbología cinematográfica de todos los tiempos.

Ahí está el desencanto, la locura (quizá una de las mayores vertientes de la locura sea la indiferencia ante el dolor humano) y también la catarsis social. No hay mensaje ni final feliz o infeliz. La realidad es así como es, tan real e intensa, sesgada y exagerada como un cómic y el diario trajín de nuestros días.

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