viernes 19 abril 2024

“Annette” o la actuación imposible

por Germán Martínez Martínez

Treinta años después de la célebre Los amantes del Puente Nuevo (1991), el director Léos Carax estrena Annette (2021). Alrededor de su anterior largometraje, Holy Motors (2012), noté cierta buena recepción, pero no encontré algo que me entusiasmara en ella. No confundí su aparente desorden con espíritu fílmico novedoso, ni mucho menos su estilización con carga poética.

Con frecuencia, hay productores culturales —de cualquier campo— que hablan desde una notoria adaptación al statu quo y suelen representar el papel de ser rebeldes o especiales. No obstante, desde esa convencionalidad, en ocasiones, algunos de esos creadores llegan a reconocer el oficio que requiere su arte y a vislumbrar la dimensión de su propio trabajo.

Marion Cotillard como Ann Defrasnoux. Cinefotografía de Caroline Champetier.

En Annette, la estilización de la imagen persiste en luces y baquetas relampagueantes, en la sobreimposición de imágenes, y acaso tenga su momento de más interés en un lapso que semeja un periodo prolongado pero que, paradójicamente, se presenta como si fuera cámara lenta. La creación del ambiente se funda en el carácter musical de la película. El canto es omnipresente: está en el acto sexual, en el parto de una niña, en el público de un teatro que actúa de coro. Quizá habría que describir Annette como una ópera, en el sentido de ofrecerse abiertamente en oposición a la sutileza —pues si bien hay diversidad en el género, su carácter es expositivo y linda con el melodrama para justificar voces exaltadas.

Si en Los amantes del Puente Nuevo aparecía Juliette Binoche, en Annette, conviven estrellas consolidadas y Annette, hija de los protagonistas, quien la mayor parte del tiempo es, literalmente, un títere —“Baby Annette”, que se convertirá en celebridad global. Marion Cotillard interpreta a Ann Defrasnoux y Adam Driver a Henry McHenry. Ambos actores se cuentan hoy entre los más significativos del cine serio. Aunque ambos sean excepcionales físicamente, logran desarrollar papeles que suponen que su fisonomía sería común, paradoja que los vuelve cercanos.

La película “Annette”, entre el musical y la ópera. Cinefotografía de Caroline Champetier.

Henry es comediante pero su monólogo es presentado como “espectáculo experimental”. Se alude a él como el “Simio de Dios”, que en sentido bíblico bastante obvio —aunque se sugiera un juego con el evolucionismo—, es el ser humano mismo. En tesitura igual de evidente, Henry afirma que ser comediante es decir la verdad sin morir. Más todavía, Henry asegura que hacer reír es truco desagradable y engañoso. Encara la realidad, acaso mediocre, de sus creaciones.

Ann, en cambio, es soprano de primera línea. Esto es materia del monólogo de Henry, quien dice a su público que es claro por qué él está enamorado de ella, pero no por qué ella de él. Se contrastan los escenarios y los públicos de los amantes. Henry envidia la madurez artística de Ann y después de cometer crímenes, lo atormenta ser digno de amor. Un coro le responde que hay hombres que se odian a sí mismos, pero esperan que las mujeres los amen. Henry incluso padece la reticencia del amor filial.

Adam Driver en el rol de Henry McHenry. Cinefotografía de Caroline Champetier.

En Annette, Carax aborda la vida como representación constante. Algún beso de Ann y Henry parece dado para las cámaras de los reporteros. Otro plano de este juego entre lo real y lo interpretado es la presencia del actor Simon Helberg, famoso por su participación en el programa cómico The Big Bang Theory. Helberg muestra una apariencia distante de la ridícula de su personaje televisivo. Así, aunque contrasta con la virilidad de Henry, es creíble amante previo de Ann. En algún momento, el juicio de Henry sucede en un teatro: un juicio que es teatro; así como las turbas un día gritan por algo, al siguiente lo hacen por otra cosa: piezas de una representación.

Un lazo entre la estilización y el límite desdibujado entre actuación y realidad construye una escena con el sabor de los sueños —que no conocen de adversidades geográficas. En una ópera, Ann pasa del teatro a un bosque y de regreso, con plena continuidad entre ambos. También es difícil saber si Henry es denunciado por 6 mujeres —por violencia e ira— o si se trata sólo de una pesadilla.

El amor de Henry y Ann conduce la historia de Annette. Cinefotografía de Caroline Champetier.

Si hay una tendencia que valora el cine en términos de supuesto naturalismo, en este filme —como en los de otros creadores— vemos algo distinto. Hay, por ejemplo, proyecciones de fondo tanto para viajes en motocicleta como, sin recato, de olas durante una tormenta que los personajes padecen en su yate. Annette, por sus enormes orejas salidas, su piel imperfecta y sus evidentes coyunturas mecánicas es afín al muñeco diabólico de alguna película. En Annette, Carax evidencia y hace partícipe al público del artificio cinematográfico.

Ann es artista seria y reconocida; Henry apenas un payaso de actos provocativos. Annette desliza la idea de que no cualquiera genera arte trascendente o, al menos, perdurable; por más que se lo proponga, por más cualidades que haya. En Las Vegas —escenario ordinario por excelencia— Henry, entre reacciones adversas del público, dice que unos ladrones entraron a su casa y robaron todos sus chistes. En contraste, el hecho de que Annette cante —aun antes de hablar— es calificado como milagro, “existen los milagros”; lo que da pie a conciertos en que la niña vuela o parece hacerlo. Henry expresa que es un “deber moral” llevar esas interpretaciones al mundo.

El comediante Henry bajo sospecha. Cinefotografía de Caroline Champetier.

La resignación que no existe en Henry McHenry, se asoma en Léos Carax, quien enfrentado a su ambición creadora, se revela como hábil artesano, y, principalmente, como alguien que ha encontrado la humildad de reconocer que sólo bordea las posibilidades más importantes del cine. Explorar con dignidad: al final, un coro en el bosque solicita el de boca en boca: si uno disfrutó lo que vio, que lo cuente a un amigo, o a un extraño si uno no tiene amigos; porque no siempre ocurre lo mejor.

Annette se estrenó en cines de México ayer, jueves 4, y estará disponible en la plataforma MUBI desde el 26 de noviembre.

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