viernes 29 marzo 2024

Al diablo con el T-MEC

por Tere Vale

Pocos mandatarios he conocido que cumplan tan bien con las promesas que les convienen como López Obrador. Hace muchos años, allá en 2006, en uno de sus espacios favoritos, el Zócalo capitalino, decía (y lo dice todavía) que el INE y Calderón le habían robado las elecciones, y que –dijo exaltado y gritando– iba a mandar al diablo a las instituciones.  Y hay que reconocer que el tabasqueño lo ha cumplido. Esas no fueron palabras huecas. 

Sin dudarlo un segundo, fiel a su palabra, en cuanto llegó a la presidencia de nuestro país se ha dedicado minuto por minuto, con tesón y denuedo, a disolver, limitar o de plano desaparecer cuanta institución se le ha puesto enfrente. ¡Eso se llama cumplir con lo prometido!

Y en esa lista interminable de instituciones mandadas al carajo están: órganos autónomos, fideicomisos, organizaciones sociales, obras iniciadas que no acababan de gustarle, compromisos firmados con empresas que decidió mandar al diablo y un larguísimo etcétera. No necesito explicar los costos económicos y que para la democracia ha tenido este asunto de cumplir su santa voluntad. Nos ha costado mucho a todos los mexicanos. El argumento para desconocer convenios o demoler contrapesos que no se rindan a su poder absoluto es siempre el mismo: son todos corruptos y neoliberales. A cuatro años de comenzar esta masacre institucional y de acuerdos con empresas, no ha podido probar aún algún caso de corrupción en todo lo que ha devastado. Tal vez existía, pero no lo ha podido probar. ¿Entonces?

Hasta ahí la cosa era ya muy preocupante, pero AMLO nunca nos defrauda, siempre hay alguna trastada más, alguna manipulación mayor que puede utilizar para cumplir sus propósitos electorales. Aquí comienza entonces el apasionante y nunca antes visto capitulo que hoy vivimos: “el nacionalismo contra el T-MEC”.

Apenas hace un par de días el presidente decía ante las consultas solicitadas por Estados Unidos y Canadá en el marco del tratado comercial: “el patriotismo y la soberanía no se negocian y no cederé en la defensa del petróleo y la industria eléctrica”.

Ay, caray, señor presidente, pues no hubiera debido de firmar el acuerdo si tanto le molestaba, porque seamos precisos este convenio comercial fue analizado, negociado y avalado por usted como presidente de nuestro país y con la supervisión y presencia de su grupo negociador. Ahí estaba el multicitado Sr. Seade, entre muchos otros altos funcionarios de todas sus confianzas. Y bien que aceptaron todo lo que a usted ahora no le gusta, ahí están las grabaciones que lo prueban.

No, señor presidente, el T-MEC no surgió tal y como está porque a usted se lo llevaron al baile, no lo negoció Calderón, ni sus archienemigos los conservadores neoliberales… no, no nos venga usted ahora con que no sabía lo que estaba firmando. Por si fuera poco, el T-MEC fue ratificado por el Senado de nuestro país, con todo y los legisladores de Morena que ahí estuvieron modositos y de acuerdo. No más pensemos que el caprichito de que no haya piso parejo para las empresas de Canadá y Estados Unidos nos puede costar entre ¡10 mil o 30 mil millones de dólares en sanciones. Y esto en medio de una situación económica comprometida por la inflación y el mínimo crecimiento económico.

Que yo sepa, ni Canadá ni México nos quieren invadir, ni quedarse con nada de dentro de nuestras fronteras. No es la soberanía el tema, se trata simple y sencillamente de respetar un acuerdo con el que su gobierno, señor presidente, estuvo de acuerdo y aceptó. Y por cierto el que debe de estar temblando y muerto de miedo es usted, ya bastantes problemas tenemos (inseguridad, feminicidios, baja inversión, mayor numero de pobres, COVID, entre otros) para andar buscando más tensiones afuera por no convenirle electoralmente lo antes acordado. 

Pues si, lo cumplió, mandó a su rancho a las instituciones. Y lo que falta.

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