Del vergonzoso espectáculo que vimos el martes en la noche en el Senado de la República, pienso que hay una foto que dice mucho de donde está la política y los políticos mexicanos hoy en día.
Al mismo tiempo que en el presídium del Senado legisladores se empujaban, tiraban, gritaban y otros le ayudaban, en medio de los gritos a la nueva titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a levantar la mano y protestar su puesto, tres viejos lobos de la grilla mexicana sonreían, algo gritaban y aplaudían felices, felices, felices.
Ricardo Monreal rodeado de Cristóbal Arias y Germán Martínez.
Vale la pena recordar algo de estos tres abogados: Monreal ha sido miembro de PRI, PT, PRD y Morena. Arias ha sido de PRI, PRD y Morena. Germán Martínez ha pasado por el PAN y ahora Morena.
Hago ese inventario, que habla peor de los partidos que de los hoy senadores, porque muestra con claridad que los políticos mexicanos están en los partidos para seguir en el poder y los partidos ni lo objetan ni hacen nada para que se queden con ellos. Muestra también que los partidos mexicanos y la fidelidad de sus partidarios tienen poco que ver con principios, doctrina, políticas públicas y, mucho más, con arreglos con los líderes, formales o reales, siempre efímeros, de esos partidos.
Los tres senadores llevan muchos años en esto, tienen amigos, relaciones o adversarios en todas partes, en todos los partidos, en muchas partes del país. Llevan, entre ellos, al menos 20 años viéndose desde diferentes tribunas, puestos y posiciones. Han vivido de una u otra manera —algunos disfrutándolos— los tiempos del partido único o hegemónico, la transición de 2000, la crisis electoral de 2006, el regreso del PRI y, ahora, la llegada de Andrés Manuel López Obrador. Han visto y vivido mucho: las crisis económicas, las crisis políticas, el caso Colosio y el EZLN, y la violencia y…
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