viernes 19 abril 2024

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por etcétera

Gil negociaba consigo mismo: ¿abandonar o no abandonar el mullido sillón? Decidió lo segundo y se equivocó porque cayó en una oquedad: ¿qué firmamos cuando firmamos el T-MEC? Al parecer nadie sabe, nadie supo. Gamés lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de Elia Castillo y Eduardo de la Rosa: “el subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, Jesús Seade, dio a conocer que México rechazó la iniciativa de ley presentada en la Cámara de Representantes de Estados Unidos que pretende imponer cinco supervisores a la ley laboral mexicana, ya que en el protocolo modificatorio del tratado de libre comercio fueron descartados”.

Todo iba muy precioso, todo marchaba sobre ruedas, pero… Seade manifestó que el gobierno mexicano negoció el acuerdo “de buena fe” y calificó de “preocupante” que la Casa Blanca busque ir más allá de lo necesario. “Esta disposición, fruto de decisiones políticas del Congreso y la administración en Estados Unidos no fue, por razones evidentes, consultada con México, no lo fue. Y, desde luego, no estamos de acuerdo”. Seade advirtió que México se reserva el derecho de revisar los alcances de esa iniciativa, la cual ve como “innecesaria y redundante”, además de que evaluará los mecanismos recíprocos para defender los intereses mexicanos. Gran momento para un Gil musical: todo se derrumbó, dentro de mí, dentro de mí, hasta mi aliento ya, me sabe a hiel, me sabe a hiel”.

Que siempre no

Seade anunció que viajará a Washington para externar su preocupación al representante comercial, Robert Lighthizer, a quien envió una carta, y para establecer diálogo con los negociadores americanos. En la misiva (buena palabra), Seade aludió a los títulos VII en materia laboral y VIII de medio ambiente de la iniciativa HR 5430, los cuales “contienen disposiciones y mecanismos que esperaría hubieran sido compartidos en detalle con México, en el ánimo de buena fe que imperó en la negociación y que solo manifiestan una lamentable desconfianza en el propio tratado”. O sea que lo que firmaron no lo firmaron; o bien que lo que sí firmaron no lo leyeron, un lío. Ahora mal sin bien, digámoslo con palabras de diplomáticas: pinches gringos ojéis.

Amigos que no malquieren a Gilga le han explicado que la opacidad y el secretismo son enemigos de la eficacia. Los amigos de Gamés son aforistas naturales. Ricardo Becerra, columnista de su periódico Crónica, ha compartido con Gilga lo siguiente: quien se tome el trabajo de leer la adenda, que publicaron los gringos, se entera de lo siguiente: se establece un panel independiente de expertos para monitorear y evaluar la reforma laboral en México y las leyes laborales. Ese panel se integra por 12 miembros, cuatro nombrados por el Labor Advisory Committee, cuatro por el Senado de Estados Unidos (dos demócratas y dos republicanos), cuatro por la Cámara de Representantes (igual, dos y dos). Este panel elaborará reportes. Como un prefecto: Pérez llegó tarde, Pérez escupió en la torta de Sánchez.

Este Becerra casi le revienta el cerebelo a Gamés. Oigan esto: se establece un “Interagency Labor Committee”, copresidido por el representante de Comercio de Estados Unidos, Mr. Lighthizer, y el secretario de Trabajo. Este comité será responsable de solicitar y revisar información relevante, coordinar visitas a México. Total: para ver si estos mexicanous ladronzuelos cumplen, nos metemos a su casa.

Más información: http://bit.ly/2PsXCmc

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