jueves 28 marzo 2024

Recomendamos también: Unos números de rating para @JohnMAckerman y un pronóstico estadístico para @julioastillero, por Federico Arreola

por etcétera

“Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”. Lord Kelvin, físico y matemático

El jurista

Dice John M. Ackerman en su artículo de la revista Proceso de este domingo 9 de diciembre:

“Es absurdo alegar censura en el caso de Loret de Mola. Las tendencias en las mediciones de audiencia de su programa Sin Anestesia no era positivas. Aun así, Radio Centro quiso retener sus servicios a parir de una renegociación de su contrato, tal y como se logró con el importante programa de Sergio Sarmiento y Guadalupe Juárez. Pero Loret prefirió hacer berrinche”.

El señor Ackerman es un jurista destacado y un demócrata comprometido con el cambio político en México. No es, por lo visto, un hombre familiarizado con las estadísticas.

Si antes de redactar su artículo hubiera ido a Google habría encontrado varias notas con información dura de la empresa INRA relacionada con los ratings de los noticieros de Radio Centro.

En agosto y septiembre, el programa de Sarmiento y Juárez superaba al de Loret

El sitio Arena Pública da los siguientes datos en una nota del pasado 3 de diciembre:

“Las cifras hablan”: El programa de Loret de Mola en Radio Centro tuvo en agosto de 2018 un rating de 0.74; en cambio, el rating del noticiero de Sergio Sarmiento y Guadalupe Juárez alcanzó una audiencia de 0.82.

Las anteriores son cifras de INRA.

En dos columnas mías difundidas en SDP Noticias mencioné esos datos y otros más:

En septiembre de 2018 Sarmiento y Juárez seguían arriba de Loret en rating:

En septiembre, Carlos Loret tenía 0.80 de rating contra 0.83 de Sarmiento y Juárez.

Pero…

En octubre, Loret con el mejor rating en Radio Centro

En el poco tiempo que estuvo en Radio Centro, el rating de Carlos Loret de Mola no dejó de crecer.

En octubre —primer mes en que se midió a Aristegui como conductora de un noticiero en ese grupo radiofónico—, Loret según INRA ya superaba, y con buena ventaja, a Sarmiento y a Juárez:

En efecto, el pasado mes de octubre Carlos Loret tuvo 0.92 de rating, contra 0.82 de Sarmiento y Juárez.

Ese mismo mes, el de su debut en Radio Centro, la señora Carmen Aristegui llegó a un 0.31 de audiencia.

Estoy seguro de que los números de Aristegui crecerán con el paso del tiempo, como crecieron los de Loret mes a mes durante su breve periodo en Radio Centro.

Censura, no; autocensura, sí

Desde luego, no hubo censura en la salida de Carlos Loret de Radio Centro. Hubo, ¡imposible negarlo!, autocensura.

¿A John M. Ackerman le parece confiable un empresario como Pancho Aguirre, radiodifusor que evidentemente quiere quedar bien con el presidente de México contratando periodistas que él supone son bien vistos por Andrés Manuel López Obrador? ¿Por qué no les contrató antes? Julio Hernández —nueva adquisición de Radio Centro—  y la propia Aristegui durante años han estado disponibles para trabajar en la radio.

Tiene razón Ackerman: la señora Carmen Aristegui no es aplaudidora; por lo tanto, en cuanto encuentre razones para hacerlo, cuestionará fuertemente al presidente López Obrador.

Empezará ahí el calvario de Pancho Aguirre, ya lo veremos. Julio, excelente columnista de La Jornada, con sus críticas también muy pronto provocará molestias en la 4T, y ello enloquecerá a Aguirre.

Por cierto, Loret de Mola, por algunos comentarios, incomodó a Andrés Manuel y este, que no se deja, le respondió al periodista, sobre todo una vez —lo dijo el propio AMLO— que escuchaba Sin Anestesia en su coche.

Por cierto, más allá de los números de rating, debió ser un motivo de orgullo para el empresario Aguirre que un personaje como López Obrador, en un día fundamental para su proyecto de gobierno —el de la consulta por el nuevo aeropuerto— dijera a todos los medios mexicanos que él escuchaba a Loret de Mola en Radio Centro.

Pero como Andrés Manuel no elogió, sino cuestionó a Carlos Loret —lo que me parece perfectamente lógico en un sistema de libertades—, el empresario Aguirre en vez de sentirse orgulloso, se espantó.

Andrés Manuel, un hombre que cree en la democracia y defiende como nadie la libertad de expresión, no pidió que se censurara a Loret —pensarlo, como dice Ackerman, es absurdo, una enorme pendejada—, pero Pancho Aguirre, de naturaleza pusilánime, no quiso correr riesgos.

Por esa razón, Aguirre obligó a Loret a renunciar ofreciéndole una inaceptable renegociación de su contrato.

Esa es la verdad.

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