jueves 28 marzo 2024

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por etcétera

Muchos analistas han señalado la tragedia de tener una oposición desdibujada ante un gobierno que ha acaparado el poder, que ha centralizado decisiones y presupuesto, y que amenaza con acabar con la democracia. Es una tragedia porque no han sabido leer el significado de las elecciones del 2018, en que ganó el hartazgo de la mayoría ante la inseguridad, la corrupción y el bajo crecimiento económico. Otros votaron por priorizar las causas sociales, como la lucha contra la pobreza y la desigualdad, los derechos humanos y en particular de las mujeres. El PAN y el PRI no han sido capaces de reconocer sus errores del pasado y sólo se enfocan en los errores del actual gobierno. No se han percatado del hartazgo que generaron entre la población y por tanto no han aceptado su responsabilidad en lo que pudiera corresponderles como partidos en el poder. También se les ha acusado de no ser capaces de hilar una alternativa coherente hacia el futuro. El hecho es que el PRI y el PAN no terminan por aceptar su responsabilidad, en lo que les toca, de nuestra historia contemporánea. Por ejemplo, de la corrupción, de la inseguridad y el crimen organizado.

De ahí la importancia del movimiento Sí por México, que surgió de organizaciones de la sociedad civil en un intento por reencontrarse con los partidos políticos para promover una agenda ciudadana. Una de sus preocupaciones principales es la amenaza a nuestra democracia y la necesidad de restablecer contrapesos constitucionales para evitar la destrucción institucional que estamos viviendo bajo el gobierno de López Obrador. Estamos luchando en contra de un país de un solo hombre y la pérdida de nuestras libertades.

En noviembre pasado Sí por México logró abrir una puerta de esperanza ante la aplanadora oficial electoral en que se ha convertido la Presidencia de la República y su partido Morena. El PRI, PAN y PRD construyeron una inédita coalición electoral para el 2021: Va por México. Sus liderazgos mostraron generosidad y altura de miras ante el peligro inminente que estamos viviendo, y daban el primer paso a una posibilidad para construir un balance de poder y contener la destrucción del partido mayoritario. Si bien no faltaron críticas sobre la coalición “contra-natura” de una alianza como ésta, se reconoce que, a pesar de sus diferencias ideológicas, el bien superior de crear los contrapesos justificaba esta decisión.

Pero más allá de la alianza nominal, era indispensable que la alianza permeara más allá de las cúpulas con sede en la Ciudad de México. Esto era imprescindible pues se trata de una elección nacional pero de características locales. Es decir, se trata de cientos de elecciones locales que tienen una lógica diferente de cuando se elige presidente de la República. Y tiene además el agravante de ser una elección intermedia que tradicionalmente despierta poco interés de los ciudadanos.

Como parte de las pláticas de Sí por México con las cúpulas de los partidos, en principio se acordó que, en ese afán de acercarse a la sociedad, tendrían apertura para incorporar candidaturas ciudadanas. Lamentablemente eso no ocurrió en la designación de casi todas las candidaturas para las diputaciones federales de la coalición Va por México, tanto de mayoría relativa como de representación proporcional. Independientemente de no honrar un acuerdo no escrito, los partidos mostraron que no terminan de entender que su imagen y percepción públicas están muy deterioradas y que gozan de poca credibilidad. Por eso requerían mostrar algún tipo de “mea culpa” y postular nuevas caras de prestigio y reconocimiento público. Por eso, ahora Sí por México les exige a cambio de su apoyo que todos esos candidatos firmen la agenda ciudadana y presenten su declaración patrimonial y de intereses, y la 3 de 3 contra la violencia.

De acuerdo con la mayoría de las encuestas sabemos que entre 30 y 50 por ciento de electores no saben por quién votarán. No quieren votar por Morena porque están descontentos con los resultados del gobierno, pero tampoco les convencen los partidos de oposición. Conservan el hartazgo que los llevó a votar por López Obrador en el 2018. Así, el reto de la oposición será convencer a ese segmento de la población a salir a votar para botar a Morena y generar contrapesos. Pero con su cerrazón a iniciar una nueva etapa con credibilidad y frescura en sus candidatos, el reto se vuelve todavía más difícil. Sí por México no da un cheque en blanco. Los partidos se tienen que aplicar a nivel local.

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