viernes 29 marzo 2024

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por etcétera

Con los destapes de corcholatas que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha venido realizando en los últimos meses, la sucesión presidencial se ha adelantado con fuerza. Con más o menos moderación y tacto, los tres punteros para suceder al morenista mayor, se notan ansiosos de notoriedad.

Quien ha dado los pasos más atrevidos en las últimas semanas ha sido la jefa de Gobierno. Ayer tan solo volvió a generar polémica cuando comenzó a circular la portada de la revista El País Semanal y ella aparece ataviada con un vestido blanco en una muy favorecedora fotografía, viendo al infinito y con el provocador titular: Claudia Sheinbaum y el futuro de México.

Sí, la gobernante decidió aparecer en el medio al que su amado líder, el presidente López Obrador, ha criticado por hacer “periodismo colonizante” y orquestar “una guerra sucia” en su contra, entre muchas linduras, pero la campaña es la campaña. Previamente, la mandataria había tenido apariciones en otros medios internacionales escribiendo un artículo para el semanario The Economist (contra el que también ha arremetido el tabasqueño) y dando una entrevista para la cadena BBC de Londres.

Seguramente, la jefa de Gobierno quiere pasar como la corcholata todo terreno y preferida del profesor, porque tan sólo el domingo pasado se comió unos tacos de canasta en el Centro Histórico, lo cual no fue bien recibido en las redes sociales. Sheinbaum está dispuesta a hacer todo, pero todavía falta que trabajen mucho en su imagen, sus respuestas cortantes a la prensa, sus desplantes y su eterno rostro de malas no la ayudan con el carisma.

El secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard quiere pasar como la corcholata eficiente que saca al Presidente del atolladero. Se siente como pez en el agua en eventos internacionales. Se le vio muy activo y feliz sacándose a diestra y siniestra fotos con líderes mundiales en la reunión del G20; hizo posible que López Obrador presentara su programa “soñaré, soñarás” en el Consejo de Seguridad en la ONU y fue artífice de que todo haya salido bien en la Cumbre de Líderes de América del Norte

Pero ni Joe Biden ni Justin Trudeau, Emmanuel Macron o Tedros  Adhanom Ghebreyesus votan en México. Así que tendrá que hacer más trabajo en el país o de embajador no pasará.

Pero quien parece que estaba agazapado viendo pasar las actividades públicas, nacionales e internacionales de sus compañeros morenistas fue el senador Ricardo Monreal. Sin embargo, en una entrevista con el medio Telereportaje en Tabasco dejó claro que será la corcholata incómoda.

Durante la entrevista se deschongó y señaló, entre otras cosas, que cual luciérnaga, tiene luz propia. Que su vida ha estado llena de adversidades y que va a ganar a la buena la nominación. Reconoció que no hay piso parejo, pero que espera que cuando se abra el proceso de sucesión de Morena se pongan las reglas claras.

Mandó un mensaje muy claro: una imposición en el partido podría provocar rupturas y escisiones, sólo le faltó decir: ¿me estás oyendo inútil? Pragmático como es, dijo que, de entrada, nunca se pelearía con el Presidente con quien, reconoció, no se ha reunido después de que la Ciudad de México perdió la mitad de las alcaldías en la CDMX, por las grillas palaciegas.

Así que, más que corcholatas, los pre-pre-precandidatos presidenciales parecen frijoles saltarines, demasiado activos, trabajando ya en sus campañas, formando alianzas, buscando salir en la foto. ¿Cuánto tardarán para que los golpes bajos sean más evidentes entre ellos y comience a correr la sangre? y ¿el Presidente pondrá orden en algún momento o sólo se frotará las manos?

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