viernes 29 marzo 2024

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por etcétera

El acuerdo del Consejo de Salubridad General que se difundió anoche, debió haberse dado a conocer el lunes temprano. El Consejo iba a sesionar en Palacio Nacional a las seis de la mañana y durante la comparecencia pública del presidente Andrés Manuel López Obrador, sería él quien detallara lo acordado.

Incluso, un borrador del acuerdo comenzó a circular desde el domingo por la tarde, pero las cosas no pudieron alinearse entre lo que piensan los doctores y los científicos, y lo que piensa el Presidente. La gran diferencia es que en el acuerdo original no estaba planteada específicamente la emergencia sanitaria por razones de fuerza mayor, como se proclamó anoche.

Optó López Obrador por patear el acuerdo, desvincularse del anuncio, y que fuera un segundón, con credibilidad maltratada, quien lo anunciara. No es el mismo nivel. La palabra del Presidente tiene densidad; la del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, vocero y pieza de sacrificio, viene en picada.

El paso que dio para atrás el Presidente se puede interpretar como una acción que busca evitar que las consecuencias de las medidas se le transfieran a él, y que recaigan en sus subalternos. Pero al mismo tiempo, lo desnuda como un líder político bueno para lo electoral y poco valiente para enfrentar, como ha sucedido en todo el mundo, los costos políticos que medidas antipopulares provocan. Su liderazgo sólo lo muestra en aguas mansas. Si hay tormentas, que asuma la responsabilidad el de abajo.

Las medidas anunciadas el lunes por la noche tienen que verse en dos tiempos. El primero fue el acuerdo en sí mismo, donde las medidas que se proclamaron parecían más limitadas que las que originalmente aparecían en el borrador del acuerdo que circuló el domingo.

Si este parecía laxo, muy general y carente de instrumentos específicos para forzar la acción de aislamiento a posibles portadores del Covid-19, o de inspección, el acuerdo final es todavía más débil. Pero en el segundo tiempo del anuncio, que es lo fundamental, se encuentra la declaratoria de emergencia sanitaria por razones de fuerza mayor, que apenas hace dos semanas López-Gatell decía que no era necesario.

La declaración de emergencia eleva el nivel de alarma a un estadio que no se había visto, y refleja la urgencia que mostraban algunos colaboradores de López Obrador que estaban pidiendo ser más contundentes, por el enorme miedo que proyectaban algunos la semana pasada sobre lo que se les venía. Las discusiones intramuros con la información que se venía procesando, prendieron las alertas en varios sectores, incluido el militar.

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