jueves 18 abril 2024

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por etcétera

Que nadie diga que en la política no hay amor del bueno. Al contrario, es tan apasionado y profundo que llega a la locura.

En época electoral, llega una especie de pandemia de amor ciego y los partidos postulan a personajes sin ver sus pecados o limitaciones. No importa si están acusados de violadores o realmente no tienen credenciales para acceder a un puesto de elección popular. Lo único que buscan es ganar corazones de los votantes postulando a luchadores, futbolistas, cantantes, actores, actrices y hasta reinas de belleza.

No sólo en campañas aparece este amor que no ve más allá, también se da en los gobiernos. Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, por ejemplo, es una de las funcionarias que más lo profesa y no vio las fallas de su compañero de gabinete Manuel Bartlett Díaz. Este amor es contagioso y conveniente. Tal vez por eso el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación nunca observa nada inconveniente en las acciones políticas del Presidente a favor de su partido y en contra de la oposición.

Otro tipo de amor es el irracional, donde no se es capaz de ver tal y cómo es al ser amado. En este tipo de sentimientos nadie les gana a los fanáticos de Andrés Manuel López Obrador. Esos son los que compran un cachito de la rifa de un avión sin avión; los que son capaces de reservar un vuelo en el aeropuerto de Santa Lucía, aunque aún no puedan volar aerolíneas comerciales y los que ya tienen su lanchita para navegar en el lago de Texcoco.

Ante esta adoración sólo habría que recordarle al mandatario que, si la economía y la inseguridad siguen pegándole a la gente derivado de la pandemia y de las malas decisiones, puede perder su pasión pues cuando el hambre entra por la puerta, el amor salta por la ventana y del amor al odio sólo hay un paso.

Pero el tabasqueño levanta todo tipo de pasiones. Morena en la Cámara de Diputados y Senadores le profesa un verdadero amor incondicional. Bailan al son que les toque, si les dice rana ellos saltan. A los legisladores no les preocupa saber que hay amores que matan la imagen o la reputación y que se ven como borreguitos dispuestos a seguir las instrucciones de su máximo líder.

El amor despechado se presenta cuando a algún político su partido le niega una candidatura. Entonces corre a refugiarse a otros brazos, sabiendo que un partido saca a otro partido y que nunca falta un roto para un descosido. Las desbandadas de los partidos son cosa común en estas fechas. Algunos que han demostrado que están enamorados, pero del hueso, son el alcalde de Venustiano Carranza, Julio César Moreno, quien renunció al PRD; el exalcalde de Monterrey, Felipe Cantú, al PAN; el alcalde de Milpa Alta, Octavio Rivero Villaseñor, a Movimiento Ciudadano y una larga lista de políticos más que saltaron a Morena, por aquello de encontrar un mejor cariño.

Eso sí, en ocasiones, algunos despechados terminan perdonando y regresan a sus orígenes, porque donde hubo fuego, siempre quedan cenizas

Por supuesto no todo es alegría, muchos llorarán esta fecha por un amor no correspondido. Los empresarios que se entregaron cuerpo y alma al Presidente hoy estarán de capa caída. Han aprendido de la manera más dolorosa que amar es tiempo perdido si no es correspondido. Le llevaron serenata al mandatario, se reunieron con él, respiraron de su mismo aire y les hizo creer que los quería, para luego, en cada iniciativa de ley que presenta, demostrarles su desprecio.

Por todo lo anterior, hoy es un buen día para recordarle a los ciudadanos que, en las próximas elecciones, a los políticos ni todo el amor, ni todos los votos y que obras son amores, que no buenas razones.

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