jueves 18 abril 2024

Recomendamos: Se habían vuelto locos, por Gil Gamés

por etcétera

Cerraba la puerta una de las semanas más negras que Gilga recuerde en su vida. La ciudad fue lastimada (ah, una voz pasiva) por el terremoto del martes 19 de septiembre en diversas zonas, tan lejanas unas de otras como Lindavista y Coapa, esa ciudad jodida vivía en el silencio, a la espera de un distinto amanecer. Gamés caminó una vez más por las colonias Roma y Condesa: el daño fue enorme, no solo por los edificios caídos y los inhabitables, sino por el éxodo. En cada cuadra, cada manzana, personas con maletas abandonaban la zona cero; otras familias hacían la mudanza y dejaban atrás el desastre como un mal sueño. Cada mañana los daños aumentan, los edificios se rompen un poco más, el Ejército acordona una nueva banqueta. La tarde del domingo, la colonia Condesa se puso encima la tela de los fantasmas, los restoranes semivacíos atienden en silencio a sus comensales, la vida sigue, a rastras.

Los rescatistas y jóvenes siguen en los derrumbes y los puestos de acopio mientras cae la tarde y la noche, se envuelven las calles de polvo. Las colonias Roma y Condesa han recibido un golpe severo en el alma de su vida loca: la caída comercial, los inmuebles dañados, los edificios caídos, el público a salto de mata para no volver. Mientras caminaba por esas calles, Gil veía los edificios que sufrieron daños y se preguntó: ¿cuándo, en qué momento se construyeron estos edificios de 10, 11, 15 pisos en una zona sísmica? Gamés no se refiere solamente a las construcciones más recientes, también algunas viejas. Nadie supo medir las consecuencias: edificios, cientos de edificios, la especulación inmobiliaria. Somos eternos y queremos grandes negocios, muy grandes.

La locura, la codicia

Hubo un toque de locura en el crecimiento de la Condesa y la Roma después del sismo de 1985, cavila Gil. Una gran zona comercial expandía sus sueños sin regulación suficiente, un gran negocio inmobiliario avanzaba entre corruptelas, el sobrecupo definió la moda de un barrio mientras se construían edificios, los cárteles de la droga se peleaban los bares y las cantinas, los viene-viene mandaban en las calles, los acomodadores se adueñaban de los camellones.

Más información: http://bit.ly/2wfCtA0

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