sábado 18 mayo 2024

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por etcétera

“Cuando conducía el programa Los Protagonistas, de TV Azteca, me pidieron que me sentara con un vestido extremadamente corto, que cruzara la pierna y levantara el muslo para hacer una toma especial. Me negué rotundamente”, contaba la periodista deportiva Rebeka Zebrekos en Vice en octubre de 2017, después de ser despedida por no ceder ante el acoso sexual que vivió en el trabajo.

La historia que cuenta Zebrekos no se trata de un caso aislado, forma parte de los diferentes tipos de violencia machista a los que se encuentran expuestas las comunicadoras en Latinoamérica, según un informe de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

La organización señaló que en 2017 el 19% de los periodistas asesinados en el mundo eran mujeres, la violencia más extrema a la que se ven sometidas las periodistas pero no la única. Miradas lascivas, tocamientos, comentarios de tipo sexual sobre su aspecto, peticiones sobre la vestimenta -como le sucedió a Zebrekos-, ciberacoso, hasta llegar a las agresiones sexuales directas.

Según una encuesta de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) a 400 comunicadoras de más de 50 países, el 48% de ellas dijo haber sufrido alguna forma de violencia de género en el trabajo, esto es casi una de cada dos mujeres. Otro estudio hecho por la International Women’s Media Foundation, realizado entre 2017 y 2018 entre 597 mujeres, reveló que el 63% ha sido amenazada o acosada en línea, el 58% en persona y el 26% de casos las periodistas sufrieron ataques físicos.

En México, según una encuesta en línea hecha por Periodistas Unidas Mexicanas (PUM), un grupo de comunicadoras pertenecientes a diferentes medios y ámbitos del periodismo en el país, señala que el 73% de las mujeres consultadas (de un total de 392) reconoció haber sufrido alguna situación de acoso sexual en su trabajo. Principalmente el acoso se produce dentro de las redacciones a mujeres entre los 26 y los 35 años. El 63% de ellas señaló que fue por parte de un compañero directo, mientras que el 49% dicen que fue un jefe o superior. El acoso también se produce fuera de las oficinas, en la calle. Reporteras y fotógrafas señalaron a una fuente o persona entrevistada como su acosador.

“No queremos seguir trabajando si los editores condicionan la publicación de nuestras notas a que salgamos con ellos. No queremos que nuestras fuentes nos vuelvan a pedir hacer una entrevista en su cuarto de hotel. No queremos tener que cuidarnos del colega acosador que se sienta al lado en la redacción”, dicen desde la colectiva PUM.

Más información en: Verne

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