viernes 29 marzo 2024

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por etcétera
Héctor de Mauleón no dejará su carrera por un tuit

Resulta lamentable, doloroso, indignante, desesperanzador y hasta desesperante que cada vez que aparece un nuevo caso de periodistas agredidos, amenazados o asesinados no pase nada.

Todo termina en la incertidumbre y en la impunidad. Como lo hemos venido repitiendo, si algo está claro para aquellos que atacan, amenazan y asesinan periodistas es que no les va a pasar nada. Lo saben ellos, pero sobre todo lo saben quienes se encargan de dar la orden y pagar a los sicarios.

El caso de Javier Valdez Cárdenas es prueba fehaciente de ello. Van más de tres meses de la ejecución del periodista de Río Doce y corresponsal de La Jornada y no se sabe nada. Javier fue asesinado a plena luz del día en una céntrica calle de Culiacán, a la vista de mucha gente.

Recordemos lo que decía Ismael Rodríguez, director de Río Doce: “Mi impresión es que las autoridades realmente tienen muy poco”.

¿Qué es lo que ha pasado que la actividad periodística se ha convertido en una profesión de tan alto riesgo?

La respuesta es multifactorial. Son muchos los elementos que convergen. La profesionalización de los periodistas ha llevado a que muchos temas que parecían inexpugnables hoy se conozcan.

Existe una avidez por la información en la sociedad que, independientemente de que se pueda caer en los extremos, genera una genuina vocación de informar sin importar el costo. Contar la verdad y armar historias, parte de la esencia del periodismo, hoy son ocasión para que los periodistas sean agredidos, amenazados y asesinados.

Otro de los elementos centrales es la ausencia del Estado de derecho. Los padecimientos más graves de la sociedad tienen que ver con la impunidad, los periodistas no podrían estar ajenos a ello. Si los instrumentos de justicia no le responden a los ciudadanos, no vemos cómo les podrían responder a los periodistas.

Pero quizá la variante que le ha dado un giro brutal al ejercicio y al riesgo en el periodismo es el narcotráfico. Esta variable ha cambiado la dinámica de los periodistas ante la incapacidad del Estado y la impunidad.

Héctor de Mauleón está en la mira. Su trabajo es extraordinario y de gran valor social. No debe ser por ningún motivo una nueva víctima de la inseguridad, de la ausencia de Estado de derecho, de la impunidad y del narcotráfico.

Más información en: La Razón

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